Jesús Cabrera - El molino de los ciegos
Mestizo y mucho más
Esta es la ocasión idónea para que la figura del Inca Garcilaso pase a ser asumida en toda su grandeza por los cordobeses
La celebración este año del 400 aniversario de la muerte del Inca Garcilaso de la Vega tiene que ser una oportunidad para potenciar la figura de este hispanoperuano que eligió Córdoba para pasar sus últimos 25 años de vida . Pero esta reivindicación, para que sea justa, debe hacerse en la plenitud de facetas en las que destacó para comprender mejor una figura cuyo conocimiento ha estado reservado hasta ahora a un reservado círculo. Es, por tanto, la ocasión idónea para que el Inca Garcilaso pase a ser asumido y conocido por los cordobeses en toda su grandeza .
Por esto debe quedar en una anécdota lo ocurrido hace unos días, con motivo del regalo a la ciudad de un busto del personaje por parte de la cónsul peruana en Andalucía , Lucía Trinidade , en el que se destacó sólo su condición de mestizo, obviando todo lo demás, que es lo realmente importante. La reivindicación intercultural del personaje es algo tan limitado como si, por ejemplo, se apropian de su figura los asociados al colectivo de hijos ilegítimos , algo totalmente cierto, porque el Inca Garcilaso lo fue, al nacer, como es sabido, de una relación entre el capitán Sebastián Garcilaso y la princesa inca Isabel Chimpu .
Queda mucho año por delante para poner al personaje en el alto lugar que le corresponde tanto en el apartado histórico, al dejarnos la crónica de importantes hechos ocurrido en el siglo XVI en América; como en el literario, al ser considerado el padre de la literatura hispanoamericana, como ha reconocido reiteradas veces el propio Mario Vargas Llosa . Pero el Inca Garcilaso también destacó como brillante militar, como traductor, como humanista cristiano, y así se sintetiza en el epitafio de sus restos en la capilla de las Ánimas de la Catedral cordobesa: « Varón insigne , digno de perpetua memoria, ilustre en sangre , perito en letras y valiente en armas ».
Después de siglos de penumbras, por no hablar de sombras, es ahora el momento de reivindicar la figura del Inca Garcilaso de la Vega como una aportación más de Córdoba a las brillantes figuras que destacaron en el siglo XVI hispano . Él eligió libre y voluntariamente ser cordobés cuando su inmensa fortuna le hubiera permitido vivir en cualquier otro sitio con mayor holgura y sólo por este motivo merece que la ciudad le recuerda con algo más que una placa en la calle Deanes , envuelta en lo peor que la ciudad ofrece al turista. Menos mal que su enterramiento en la capilla de las Ánimas, presidido por la bandera de Perú , está a la altura del personaje.
El busto donado por la cónsul peruana se colocará en la plaza del Indiano, tal y como ha anunciado el Ayuntamiento. La idea es acertada siempre y cuando no se vuelva a incidir en el mestizaje para no hacer otra vez el ridículo . Además, este enclave, cercano al lugar donde murió, aunque oficialmente se llame plaza Ángel de Torres , popularmente es conocida como la plaza del Indiano .
Por cierto, a ver si se aprovecha la ocasión para reivindicar de una vez al verdadero indiano que dio nombre a la plaza y que no se corresponde con el Juan Cosme de Paniagua que machaconamente se repite una y otra vez engordando el error. Hace casi un siglo que el gran José María Rey , a la sazón cronista y archivero municipal, desmontó esta equivocación demostrando que Juan Cosme ni vivió en esa plaza ni fue a las Indias y que quien realmente vino de América fue Antonio de Godoy para hacerse cargo de la herencia materna, en la que figuraba la hermosa casa de la que sólo se conserva la fachada. Allí vivió como indiano hasta que fue asesinado. Pero ésa es otra historia.