FRANCISCO J. POYATO - PRETÉRITO IMPERFECTO
Menudo Patio
Al Ayuntamiento le ha sucedido como al oportunista que abre el patio un mes antes para ponerlo en modo postal
La Fiesta de los Patios empieza a convertirse en una especie de marea indómita sobre la que nuestra única misión es poder sobrevivirla dignamente. Cada cual acude a la ola grande con recipientes varios para raptar el mayor líquido posible, sin importarle los daños colaterales. O lo que queda cuando el agua bravía se repliega. El hostelero pone la barra, el «patiero» el platillo y el político la foto. El turista, la apisonadora. Lo difícil no es que la Unesco te proteja en su extenso manto de inmaterialidad -cuestión etérea y compleja de gestionar-, lo complicado es mantener el equilibrio después entre la esencia de lo que has vendido al mundo como único y la imagen preconcebida o precocinada con la que ese «mundo» se aposta un día en una cola de suelo enchinado de San Basilio, deseoso y frenético. Las prisas no son buenas consejeras para estos paraísos vitales surgidos, curiosamente, desde el esmero y el propio tempo que marca la naturaleza. Dos velocidades incompatibles. Las floración llega cuando llega. Como no se puede ir al Valle del Jerte en julio o disfrutar del avistamiento de cetáceos en el Estrecho de Magallanes en pleno mayo. Y en el turismo pasa ya como en la mesa: tenemos tomates todo el año, pero sólo están buenos los que van a ir apareciendo ahora de la huerta. Y hay que elegir.
Al «tripartito» cogobernado del Ayuntamiento de Córdoba esta marea indómita le ha sobrepasado a la ida y la vuelta. Y no ha tenido peor remedio ante el caos organizado (menuda paradoja real) que salirse por la tangente con un prometido «cambio radical» para 2017. Patada a seguir, que se dice en rugby. El mensaje tiene su calado por dos razones poderosas. La primera, parecen haber olvidado que la materia prima del evento está en la propiedad privada, algo que les produce urticaria, pero para transformar algo en esa dimensión «radical», al menos deberían contar con los dueños de las macetas, la cal y el empedrado. Dijérase que a eso le vienen llamando participación ciudadana. A no ser, claro, que emprendamos o una campaña de inmatriculaciones públicas u otra expropiatoria con fondos europeos. La segunda, no menos importante, el mensaje municipal de un «cambio radical» sobre los postulados analizados y validados por la Unesco para proteger esta Fiesta. ¿Qué se va a modificar por completo el modelo que bendijo la organización cultural de la ONU? Sería apropiado que alguien, como ocurrió con la Mezquita-Catedral, le sugiriera a la presidenta del Icomos la redacción de un informe al respecto.
Doña María Isabel, nuestra alcaldesa, sigue acumulando traspiés en su anodina travesía política. Tiene mala suerte. O le llueve en Reyes, o le sale la vena antitaurina en los 25 años de alternativa de Finito o le cierran los museos y monumentos en plena vorágine turística... Eso de coordinar cuatro áreas municipales para organizar la Fiesta de los Patios debe ser agotador. De tanto revisar la gestión heredada, de tanto pregón mediático del concejal García, resulta que les ha faltado tiempo y hacienda para plantear uno de los hitos más sobresalientes -por no decir el mayor- del calendario cordobés.
La Fiesta de los Patios merece mucho más trabajo y seriedad de todos. Al Ayuntamiento le ha sucedido como al oportunista que abre el patio un mes antes para ponerlo en modo postal, obviando que requiere trato y cariño todo el año. Hasta cuando caen los 50 grados al sol en las siestas de justicia. Todo lo que se habló en 2012 ha quedado en papel mojado... por esa marea indómita que nos sobrepasa. Es urgente una reflexión profunda, un pacto político e institucional, un modelo de gestión y trabajo con los propietarios de las casas, una hoja de ruta estratégica, un relevo generacional, una catalogación rigurosa de los bienes... Es necesario crear un ente que aglutine a la parte pública, a mecenas privados y dueños de patios y que coordine ese cultivo y mimo con criterio, alejándose de los chiringuitos ya conocidos en Córdoba. Hasta entonces, sálvese quien pueda.