Mario Flores - El dedo en el ojo

La memoria resentida

La nueva ley andaluza de memoria histórica dinamita el espíritu de la Transición

Hace pocos meses falleció Fernando Macarro Castillo , conocido como Marcos Ana , quien fuera combatiente activo en defensa de la República y que fue condenado por participar en tres asesinatos en Alcalá de Henares en 1936. El furibundo comunista, cuando contaba tan solo con 16 años de edad, acabó con la vida del sacerdote Marcial Plaza (de un tiro en la nuca ante sus familiares, entre ellos su madre), de Amadeo Martín, cartero vinculado a Acción Popular y de Agustín Rosado, un labrador que cometió la imperdonable afrenta contra el proletariado de asistir a misa los domingos. Condenado a muerte por el régimen franquista en 1943, su sentencia fue conmutada por 30 años de prisión y, finalmente, fue amnistiado por el propio Franco en 1961.

Muchos años después, el 15 de marzo de 2017, Antonio Maíllo , coordinador general de lo va quedando de IU en Andalucía, ha rememorado al asesino comunista rindiendo homenaje a su memoria en un parlamento democrático regional. Dicho recuerdo se enmarca en la culminación del proceso por el que se termina de aprobar la ley de memoria histórica de nuestra comunidad autónoma. Cerrando el círculo de la infamia, los partidos políticos que han apoyado esta oscura ley (PSOE, IU y Podemos), se reunieron a las puertas del parlamento andaluz sobrecogidos por la emoción que les produce el ondear de las banderas republicanas que allí tremolaban. Celebraban su singular aquelarre inspirados, quién sabe, por el espíritu del asesino Marcos Ana. Pasen y vean: ¡España 2017, la función ya comenzó!

No seré yo quien niegue el derecho de los familiares de (todas) las víctimas de la Guerra Civil a encontrar los restos de los suyos y enterrarlos dignamente si así lo desean, ni quien va a oponerse a la oportunidad de hacer justicia y recordar aquellos luctuosos acontecimientos con sosiego, templaza, respeto e inspirados, fundamentalmente, por el ánimo de reencuentro y reconciliación. Así se hizo durante la Transición democrática en España con la Ley de Amnistía de octubre de 1977, que no supuso una ley de punto y final sino un texto donde se pretendía la reconciliación nacional que tanto bien ha procurado a la convivencia durante tantos.

Pero la ley aprobada en el parlamento andaluz la pasada semana viene a dinamitar este espíritu y, en una insoportable muestra de adanismo, viene a pretender que «antes de ellos (PSOE, IU y Podemos) no hubo nada». Y cometen la pueril osadía de establecer el período de reparación de las víctimas del franquismo (y solo del franquismo) hasta el año 1982. Supongo que ese es el año de corte porque a partir del mismo se instaló en el poder un partido político, trasunto de Bálsamo de Fierabrás, que todo lo cura: el PSOE.

La nueva ley contempla inquietantes contubernios como la «comisión de la verdad» y otros asuntos lúgubres que no ocultan eficazmente un insoportable sectarismo, un ánimo de revancha y un deseo de volver a jugar el partido porque el resultado no gusta.

No por repetido quiero dejar de traerlo hoy aquí de nuevo: «lo peor de los radicales no es que no cambien de opinión, es que no cambian nunca de tema ». Esta reflexión, atribuida a Winston Churchill, nos sirve para situar el desafuero del que les hablo.

Hace ahora más de dos meses que en el cementerio Virgen de Araceli de Lucena se iniciaron los trabajos para la búsqueda de una fosa en la que supuestamente yacen 125 lucentinos fusilados por los nacionales. A día de hoy, por cierto, nadie ha informado de nada.

(Nótese que he soslayado las mayúsculas en parlamento , presidenta, comunidad autónoma, ley y memoria histórica).

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