Apuntes al margen

Memoria o historia

La experiencia disparatada de Madrid obliga a tomar precauciones ante la retirada de nombres del callejero

Conde de Vallellano, rotulada por el ex ministro de Obras Públicas y alcalde de Madrid V. MERINO

RAFAEL RUIZ

El filósofo Gabriel Albiac dijo recientemente que el término «memoria histórica» es una contradicción . «O hay memoria o hay historia», afirmó el que es uno de los escritores más poliédricos que se pueden encontrar hoy en la prensa española. «La memoria es auto legendaria y solamente se puede tomar como un elemento más entre los elementos de documentación. Por lo tanto, el historiador, el que hace la historia, debe conocer que la memoria es de cada uno de nosotros y es afectiva», afirmó el autor en una larga entrevista con la revista cultural «Jot Down». La reflexión, acertada a mi juicio, viene a cuento de la aprobación en el Pleno, unánime , de una comisión formada por grupos municipales, organizaciones de memoria democrática, responsables del mundo académico y asociaciones vecinales con el objetivo de establecer políticas municipales para borrar los rastros del régimen franquista de los lugares públicos de la ciudad.

Conste, antes de nada, que estoy de acuerdo con que no se rinda homenaje a personajes que inflingieron dolor a sus semejantes ni a determinadas bestias que en la historia ha habido. Conste, también, que creo que es un derecho de todo ser humano -exigible a los poderes públicos- poder enterrar a sus semejantes en cristiana o laica sepultura. Se trata de una cuestión básica de reparación, de justicia. Humana más allá de cualquier debate político que pudiera generarse en torno a un asunto que regulan las leyes españolas desde hace ya algunos años con la premisa de que hay una legislación autonómica sobre la materia. Ajeno a las opiniones individuales, el cumplimiento de la ley constituye una obligación de las administraciones y los ciudadanos. Aparte de cualquier consideración legislativa, reparar el daño creado a familias enteras de este país es un asunto moral que hay que afrontar con grandeza.

Dado que el Ayuntamiento de Córdoba tiene limitadas competencias en algunas de las materias a debate, el del nombre de las calles y las figuras existentes en el paisaje urbano será el elemento nuclear de este debate . El Consistorio puede ayudar a la constitución de bancos de ADN, por ejemplo, para la identificación de los restos mortales de las víctimas de los asesinatos pero ni tiene personal cualificado, tecnología o competencias para hacer por sí mismo una cuestión de estas características. Podrá ayudar, cooperar y financiar incluso pero no forma parte de sus poderes directos como sí lo es el nomenclátor de las calles o la retirada de símbolos.

Es en esta cuestión donde se va a producir un mayor debate ciudadano , social, como ha ocurrido recientemente en la ciudad de Madrid . La alcaldesa Carmena vetó directamente una primera propuesta del grupo de trabajo de la Complutense en el que aparecían nombres como Manuel Rodríguez «Manolete», Agustín de Foxá, Josep Pla, Juan Ignacio Luca de Tena o Salvador Dalí. Pemán, Jardiel Poncela, Muñoz Seca, Miguel Mihura, Gerardo Diego o González Ruano aparecían en una lista ignominiosa. Ocurrió también que se proponía la retirada de nombres de personalidades que fueron víctimas a su vez del terror en zona republicana o directamente héroes de la resistencia contra el totalitarismo, como el caso de Juan Pujol, un agente secreto que hizo todo lo posible por confundir a Adolf Hitler sobre el lugar, la fecha y la hora del desembarco en Normandía.

En Córdoba , hemos tenido gobiernos de inequívocamente de izquierdas desde el año 1979 . Alcaldes como Julio Anguita o Herminio Trigo ya realizaron una depuración del callejero tal que, en estos momentos, si algo queda son olvidos de personajes poco conocidos , personas que rindieron servicios a la ciudad independientemente de su adscripción ideológica o fueron tremendamente conocidos por su actividad profesional.

Hay algo peor que ser injusto y es ser injusto procurando la justicia o un determinado punto de vista de la justicia. Y desconocimiento. Hay quien sigue creyendo que el Paseo de la Victoria no se debe al nombre del antiguo convento que extramuros hubo. Y eso es lo que se debe evitar en un dilema entre memoria o historia.

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