Pasar el rato
Mediocridaá
Los honrados profesores cordobeses enseñarán a nuestros hijos y nietos a pensar por cuenta propia
El domingo pasado, los profesores cordobeses de la enseñanza privada concertada dieron una clase en automóvil por las calles de la ciudad. Parecía una manifestación, pero era un resumen de ética educativa para los repetidores del Gobierno de España , que parece un órgano sin escolarizar. Conociendo la poca exigencia intelectual de los destinatarios del mensaje, los profesores cordobeses decidieron sustituir los discursos por las bocinas de los coches. En preescolar, y en algunos Consejos de Ministros, la letra entra mejor con música. Y eso que Córdoba va sobrada de lenguaje. A Córdoba podrán faltarle ocasionalmente empresas y dinero , pero nunca en su historia le ha faltado vocabulario. Vendrán luego los filósofos y los juristas a hacer su ejercicio de redacción sobre la clase dada al Gobierno. Pero la sencilla idea a desarrollar es de los profesores cordobeses de la concertada: ¿La ley Celaá ? Jajajaá.
Se conoce como ley Celaá un proyecto de analfabetización nacional, por el que se pretende educar a las nuevas generaciones en la mediocridaá. Por medio de ella, el doctor ignorante Sánchez y el penene ridículo Iglesias gobernarán España por toda la eternidaá. Y que se vaya preparando la Santísima Trinidaá. El gran fracaso de la Transición ha sido el sistema de enseñanza . Que a lo mejor era el propósito oculto de todos los gobiernos. Creo que con la Celaá van ocho leyes de educación en cuarenta años , aunque no me duermo contándolas. Todas malas. Entre otras ventajas, la última estimula el suspenso, desprecia a los alumnos con dificultades especiales para aprender , persigue a la enseñanza concertada, esperemos que no le dé tiempo a alcanzarla, priva a los padres del derecho a elegir para sus hijos el centro de enseñanza que les parezca más adecuado, y decide que el español es una lengua de espoliques, palafreneros y mozos de mulas, impropia de exquisitos brutos antropomorfos, como Puigdemont y Torra. No creo que un texto tan largo y de tanta intención haya sido inspirado, no digamos redactado, por la señora Celaá. Ella se ha limitado a prestarle tontamente su apellido al reflujo gastroesofágico, y se pavonea como si hubiera descubierto el omeprazol. En este caso se entiende aquella estupidez suya de que los hijos no son de los padres. Esta ley miserable es mucha hija para tan poca madre .
En Córdoba nunca ha caído bien la «mala gente que va apestando la tierra». Aquí no nos dejamos impresionar por desplantes de matón y fanfarronadas de taberna. Y por eso los colegios cordobeses concertados han salido a la calle , a decir con elegancia y firmeza que sus alumnos no forman parte del rebaño de Sánchez e Iglesias, y que abandonen los pastores toda esperanza de enseñarles a balar. A nuestros niños no los educará un gobierno de patanes. Los padres y los abuelos cordobeses estamos tranquilos. Sabemos que los honrados profesores de esta tierra enseñarán a nuestros hijos y nietos a pensar por cuenta propia y a sentir como personas de buena voluntad, a hablar, leer y escribir. Para que de mayores no tengan dificultad en despreciar lo que deba ser despreciado. ¿ La ley Celaá ? Jajajaá.