Perdonen las molestias
Matemáticas
La interpretación del Presupuesto, esa quimera más allá de toda lógica
Fijémonos en el fenómeno de los Presupuestos Generales del Estado . Un pequeño pendrive lleno de números y algoritmos. Todo lo que contiene son operaciones matemáticas. Un balance de ingresos y gastos desprovisto (teóricamente) de la literatura política que corre como la cerveza cada semana de una a otra bancada del Congreso de los Diputados .
Si lo que ese diminuto almacenamiento digital guarda son solo cifras, quiere decirse que no debe de quedar margen para la especulación. Y, si pongamos por caso, destina 186 millones de euros para inversiones en la provincia de Córdoba pues esa es la cantidad y punto pelota.
Lo que sucede, en cambio, es un prodigio sorprendente más cercano de Cuarto Milenio que de la ciencia contable. Por ejemplo. Si la cifra la examina A, el presupuesto es un «insulto» para Córdoba. Si la examina B, es un «orgullo» que pone fin a siete años de olvido. Hasta donde sabemos, el dinero es el mismo . 186 millones de euros. Una partida económica concreta fraccionada en inversiones concretas con fechas de ejecución concretas.
El fenómeno se repite cada año con la regularidad de un reloj suizo . Y siempre se produce un desvanecimiento de las matemáticas más allá de toda lógica. Si creíamos que los números eran el último asidero de la racionalidad en este mundo evanescente en que ya nada es sólido, vamos apañados. Porque fijémonos en esta otra variable esotérica. Si es A quien elabora los presupuestos, de pronto el «insulto» se convierte en «orgullo» bajo la lupa de los primeros. Y quienes antes veían la cifra azul marengo ahora la ven negra como el tizón.
El número es el mismo. 186 millones de euros. Ni más simpático ni menos desagradable que un guarismo de tres dígitos pelados y mondados. Pero, amigo contribuyente, las matemáticas ya no son lo que eran. Aquella fuente de certezas que nos hacía la vida más comprensible. Dos más dos son cuatro y tiro porque me toca.
Aliviémonos, eso sí, con la partida de 2,6 millones de euros destinada a la Biblioteca del Estado . Que, aunque los números ya no son de fiar, quizás algún día el jardincidio de los Patos se acabe ejecutando en la realidad de lo tangible.
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