Sociedad
Más de 18.600 dependientes en Córdoba, a la espera de que se aprueben sus ayudas
Al cierre de enero había registrados en Córdoba 42.870 solicitantes de los que 24.262 cuentan con una resolución favorable
El engranaje de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia , que entró en vigor en 2007, sigue chirriando. La demora tanto en las valoraciones de los reclamantes como en el reconocimiento de las prestaciones se ha visto incrementada durante el año de la pandemia del coronavirus.
En Córdoba, la cifra de solicitantes (a 31 de enero de 2021) asciende a 42.870 personas de las que 37.984 cuentan con la verificación del grado de dependencia. Pero esto no significa que ya perciban de manera automática la prestación o servicio demandado: con dicha resolución constan 24.262 cordobeses. O lo que es lo mismo, 18.608 están esperando el informe que dé luz verde a la ayuda pedida. En base a estos últimos datos, hay reconocidas en el Programa de Atención Individual (PIA) 33.317 prestaciones.
La Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta anunció principios de febrero el ‘récord histórico’ alcanzado en 2020 con 24.334 personas atendidas en situación de dependencia en la provincia, «pese a las dificultades por la crisis sanitaria actual».
Pilar Gómez, de su prima Carmen Corral, con Huntington y sin recursos:«Vive en una casa en ruinas, no tiene recursos y su enfermedad está ya muy avanzada; necesita la ayuda urgentemente»
Un análisis pormenorizado de los datos revela que, durante la primera ola de la Covid-19 (entre enero y septiembre), el total de casos resueltos no llegó a la cuarentena (38, al pasar de 23.214 a 23.252); y esas 24.334 personas atendidas, con resolución de reconocimiento de la prestación, fueron solo 1.100 más que las que ya estaban siendo asistidas en enero (23.126).
Además, los informes finales para dar luz verde a la concesión de la ayuda o el servicio demandado registraron un d escenso entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020 en el caso de grandes dependientes (Grado III): hubo 120 demandantes menos, al pasar de 7.600 a 7.288. En este grupo figuran quienes han perdido completamente su autonomía física , que tienen su capacidad mental, intelectual o sensorial significativamente disminuidas y que, como consecuencia de su estado, necesitan el apoyo continuado de otra persona para su cuidado.
También hay atasco en el grupo de solicitantes que aguardan que se les reconozca el grado de dependencia: en total, son 4.886 las personas que han tramitado la solicitud inicial y están a la espera de la valoración por parte de los trabajadores sociales.
La fotografía de la dependencia en Córdoba tiene rostro de mujer : las féminas que hanpedido algún tipo de ayuda y que se encuentran en trámite inicial (a 31 de enero de 2021) representan el 64 por ciento del total de demandantes ( 27.500 frente a 15.370 hombres).
Por edad, el rango de 80 años y más supone el 53,5 por ciento del total de dependiente s que figuran en las listas de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, con un total de 22.956.
María José Carracedo, sobre su padre, José, de 70 años y con alzhéimer avanzado: «Echamos la solicitud en 2018 y aún estamos esperando; mi padre no puede valerse por sí mismo, es como un niño pequeño»
El siguiente grupo más numeroso es el las personas que tienen entre 65 y 79 años (9.333); les siguen los de de 55 a 64 años (3.195); de 46 a 54, con 2.39; de 31 a 45 hay 1.966 cordobeses en situación de dependencia, y de 19 a 30 suman 1.335. Además, de 3 a 18 años hay 1.969, y 77 menores de 3 años.
La situación de los dependientes que esperan obtener algún recurso es, en algunos casos, alarmate . Así define Loli Gómez la realidad que vive su prima Carmen Pilar Corral . Tiene La enfermedad de Huntington, una afección hereditaria y degenerativa poco frecuente que provoca la degradación progresiva de las células nerviosas del cerebro. Tiene una amplia repercusión en la capacidades funcionales de una persona y, generalmente, ocasiona trastornos del movimiento , pensamiento (cognitivos) y psiquiátricos.
«Mi prima vive sin recursos , en una casa en ruinas, sin cocina, ni baño, y con su enfermedad , que está agravándose cada vez más. Su caso es urgente, nos dijeron que lo tramitaría por la vía de la urgencia , pero aún estamos esperando», indica Gómez.
La dependiente, de 48 años, ha subsistido gracias a la ayuda de Cáritas y Prolibertas , «pero firmó el alta voluntaria en Cáritas y ahora se vale por sí misma. Solicitó la ayuda hace como un año y, aunque ya tiene reconocido el grado II, aún no han ido de los Servicios Sociales Comunitarios a verla y estudiar el recurso más idóneo para ella, que yo pienso que debe ser una residencia. Es desesperante, la situación es grave», indica su prima.
Gómez afirma que «no podemos hacernos cargo de ella, requiere una atención especializada . Ya ha estado ingresada en Salud Mental porque se vuelve muy agresiva si no toma la medicación. Su madre tiene 80 años y su hija no vive ni en Córdoba», se lamenta.
Paqui, sobre su hermana María Serna, con 81 años y alzhéimer: «A veces sufre pequeños ictus y se cae; yo tengo 74 años y me cuesta mucho levantarla; llevamos ya 5 años esperando la ayuda»
En una situación crítica también se encuentra María José Carracedo . Su padre, de 70 años, presenta alzhéimer en un estadio muy avanzado y requiere ayuda lo antes posible. «He tenido que venir a vivir con él porque ya no puede estar solo; empezó a empeorar cuando falleció mi madre. Es como un niño chico que anda. Hay que darle de comer, bañarlo, afeitarlo, todo. Ya usa pañales, cada vez está más torpe, no habla apenas, es como un bebé».
Carracedo presentó la solicitud de dependencia a finales de 2018. «Al parecer hubo un error. Y esta semana ha venido la asistenta social a hacer la valoración de mi padre. Me dijeron que por la pandemia se ha retrasado todo. El recurso que necesitamos es que los fines de semana los pase en la residencia San Rafael , donde ya acude de lunes a viernes».
La joven recuerda la pesadilla que supuso el confinamiento: «Mi padre lo pasó fatal. Me salió un trabajo de teleoperadora y fue un desastre. Él se ponía muy nerviso , rompía cosas. Nos hemos planteado ingresarlo, pero estando como está todo con la Covid no nos atrevemos. Además, tampoco tenemos dinero para eso».
Con una dependencia de grado 3 espera la ayuda, desde hace ya cinco años, María Serna, que cumple 81 en marzo. Su hermana Paqui, de 74 y que padece fibromialgia, artrosis y otras afecciones propias de su edad, es quien se encarga de cuidarla. «Ella tiene demencia y principio de alzhéimer; además, sufre pequeños ictus y se cae con frecuencia al suelo. Es muy corpulenta y tengo que llamar a la vecina para levantarla porque yo no puedo sola», apunta la mujer.
Después de dos valoraciones de trabajadores sociales, en enero de este 2021 se resolvió el reconocimiento de la prestación, una ayuda económica de 320 euros mensuales . «He tenido que ir como veinte veces a Servicios Sociales para conocer el estado del expediente y, de momento, no nos han ingresado nada», señala.
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