APUNTES DE LA HISTORIA NAVAL
Marineros cordobeses con letras de oro en la historia de la navegación española
Varios cordobeses, a pesar de haber nacido lejos del mar, han pasado a la historia naval española, entre ellos Dionisio Alcalá Galiano y Diego de Alvear y la primera marinero de España, Ana María de Soto
Córdoba tiene río, el gran Guadalquivir, pero no tiene mar. Eso no ha sido impedimento sin embargo para que hombres y mujeres de esta tierra se hayan colado en la historia naval española . Marineros que nacieron tierra adentro, en geografías de vides y de olivos, pero que surcaron los mares como si fuesen personajes de Conrad o Stevenson . En la cima de los cordobeses ilustres de la historia naval quizá se encuentren el egabrense Dioniso Alcalá Galiano o el montillano Diego de Alvear , pero no son los únicos. La nómina es amplia y seguro que quedan muchos más en los legajos de una historia naval que en España nunca ha tenido el protagonismo del que sí ha gozado en el Reino Unido.
La historia naval cordobesa podría remontarse a la propia fundación, pues ya los romanos surcaban el Mediterráneo como si fuese un pasillo más de su «domus» republicana. O detenerse en la historia naval de Al Andalus, en la Marina andalusí que creó Abderramán I . También en personajes como Ambrosio Bocanegra , marinero de origen genovés y señor de la cordobesa Palma del Río . Él ocupó el cargo de almirante del Reino de Castilla durante el reinado de Enrique II y salió victorioso, entre otras, de la batalla de La Rochelle.
Cordobeses en el descubrimiento
El fabuloso viaje colombino a América , y esto quizá sea más conocido, también tiene huella cordobesa. En primer lugar por la estancia del descubridor en la ciudad durante las negociaciones con los Reyes Católicos y por el novelesco romance que mantuvo con Beatriz de Arana. Pero también porque en su primer viaje, el decisivo, se llevó a personas de aquí. A Diego de Arana por ejemplo, primo de Beatriz y al que, como hombre de su confianza, dejó al cargo del fuerte de La Española. Allí pereció el bravo Diego a manos de los caribes, aunque pasó a la historia como el primer gobernador español en el Nuevo Continente . Junto a él, también hay que reseñar en ese primer viaje a otro cordobés, llamado Pedro Sánchez y al que hoy recuerda su pueblo, Montilla , con una calle. Y por supuesto a Hernando Colón, el hijo cordobés cosmógrafo y bibliófilo del almirante, que, con trece añillos , acompañó a su progenitor en su cuarto viaje.
De los siglos XV y XVII se suelen citar a otros dos marineros cordobeses , aunque ambas historias tienen su niebla. El primero es un tal Antonio de Córdoba , que participó supuestamente en el desastre de la Armada Invencible y que logró volver sano y salvo. Su historia aparece en la obra anónima «Casos notables de la Ciudad de Córdoba», aunque a estas alturas queda más como leyenda que como realidad. Caso distinto es el de Lope de Hoces y Córdoba , nacido a finales del XVI. Hombre real sin lugar a duda pero cuyo origen no está claro. El historiador cordobés Jaen Morente lo daba como cordobés, mientras que otros historiadores ponen eso en duda. Lo innegable es su valía. General bajo reinado de Felipe IV, murió en la Batalla de las Dunas , frente a la costa inglesa y en refriega con los holandeses. Antes de ello firmó varios capítulos victoriosos para la Armada por las costas brasileñas y también en el Cantábrico.
Don Diego y Don Dionisio
La época más conocida y divulgada por último de la marinería se puede cifrar en el paso del siglo XVIII al XIX y en las primeras décadas de este último. Y es que ahí la historia naval vivió algunos de sus capítulos más conocidos. Fue la época en Gran Bretaña del mitificado Nelson y en España de ilustres navegantes cordobeses como don Diego de Alvear, hombre de biografía tremenda .
Anduvo navegando por Filipinas y América e hizo fortuna. La mala suerte le sobrevino sin embargo cuando regresaba de tierras americanas con su familia y sus riquezas. Los ingleses, a pesar de que era periodo de paz, abordaron a traición la flota que él dirigía muy cerca de Cádiz y hundieron la fragata Nuestra Señora de las Mercedes . Allí viajaban su mujer, siete de sus hijos y su patrimonio, que siglos más tarde esquilmaría la empresa cazatesoros Odissey. Sólo se salvaron su primogénito y él. Esa terrible desgracia fue sin embargo sólo un capítulo en la vida de Don Diego, pues posteriormente recompuso su vida personal -tuvo ocho hijos más de un segundo matrimonio- y se destacó en acciones navales como la defensa de Cádiz durante la Guerra de Indepedencia. De ideología liberal, acabó sufriendo los rigores conservadores del despótico reinado de Fernando VII .
El hundimiento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes en el Cabo Santa María , que tanto daño provocó a Diego Alvear, es precisamente uno de los hechos que dio lugar a la guerra con Inglaterra . Enfrentamiento que tuvo su momento álgido en la batalla de Trafalgar, triste y heroico capítulo en el que también hubo cordobeses en posiciones destacada s. El más célebre, don Dionisio Alcalá Galiano, ilustre egabrense que ingresó en la armada con 11 añitos . A lo largo de su carrera se destacó como cartógrafo y participó en viajes fascinantes al Estrecho de Magallanes o en la famosa Expedición Malaespina, aunque la historia lo recuerda principalmente por su muerte en Trafalgar. Un final heroico a la altura de las grandes, resistiendo con el «Bahama» frente a la acometida de varios barcos enemigos. Una isla, que él cartografió en 1792, lo recuerda hoy con su nombre en Canadá, mientras que en Cabra una asociación defiende su legado.
Al igual que también se recuerda a otros grandes marineros de Cabra como José Ramón Vargas, que estuvo al frente del San Ildefonso en Tragalgar, y Antonio José Pareja, que comandó el buque Argonauta. O a dos guardiamarinas que estuvieron bajo su mando: el lucentino José Álvarez de Sotomayor y el prieguense José Serrano.
Ana María de Soto, primera mujer de la Armanda
Capítulo aparte en la historia de los navegantes cordobeses merece por su singularidad Ana María de Soto, mujer avanzada a su tiempo y de biografía extraordinaria . Nacida en Aguilar de la Frontera en 1775, se hizo pasar por un chico cuando apenas tenía 16 años y se alistó en la Marina en una campaña de reclutamiento efectuada en la localidad. De Soto, ocultando su género, entró a formar parte de la Armada española y se embarcó en la histórica fragata Nuestra Señora de las Mercedes bajo el nombre de Antonio María de Soto. Participó en la batalla del Cabo de San Vicente frente a los ingleses y también en las defensas de Rosas, en Cataluña, y de Cádiz. Su trayectoria marinera concluyó cuando, en un control de sanidad, se descubrió la realidad, razón por la cual fue licenciada en 1798 cuando formaba parte de la tripulación de la fragata Matilde . Aún así, recibió una pensión del Ejército español y se le otorgó el grado de sargento . Hoy su memoria la recuerdan unos premios que concede la Subdelegación de Defensa de Córdoba.