XXII FESTIVAL A BENEFICIO DE LA AECC

Marín brilla en un festival a medias

El novillero deja su impronta en una tarde donde Urdiales y Fandi cortaron un oreja

Marín durante la faena en Los Califas EFE

V.M.

Hubo que esperar al final. Fue en ese tramo donde la tarde tomó vuelo gracias a la acción del novillero Ginés Marín , a quien cabe agradecerle la propuesta, disposición y acción taurina de ayer en Los Califas , una plaza que se llenó casi a medias en una jornada de medias historias, en general. Lo fue en lo taurino, a medio gas. En lo ganadero, igualmente. Y también en lo que repercutió al volumen de presencia en la grada. En cualquier caso, si alguien tenía alguna duda, en favor de lo sucedido y visto, aún se puede afirmar que la Córdoba taurina aún permanece viva y con salud, síntoma que es de agradecer, sobre todo, por la causa que se perseguía con el festejo que sumó veintidós celebraciones .

Ginés Marín ya había apuntado forma al realizar un quite al quinto de la tarde, un animal correspondiente a su antecesor en el cartel al que practicó el toreo por gaoneras de manera templada y profunda, causando emoción. Al saltar el sexto, Marín no dudó el recoger con elegancia en el tercio para así desplegar la capa a la verónica, adornándose con un bonito remate. Figura erguida, maniobra apausada, templado con los engaños, sereno y convencido, cinco características que sirvieron como soporte para construir una coqueta faena que invita a seguir al joven. Tras brindar al público, el torero comenzó su edificación con unos ayudados por alto citando de frente y mostrándose muy gustoso en el remate por bajo. Así se fue hasta los medios, donde faenó con elegancia con la diestra hasta que la zurda tomó protagonismo. Al natural, Marín dejó las mejores secuencias de la tarde . Toreo de mano baja, de trazo largo, con temple y profundidad. Una exquisitez. El diestro, que quiso sacar partido de sus múltiples recursos, apuntó tan alto que la tarde consiguió echar a volar por sus méritos. Y el acierto con el acero, lo revalidó. Dos orejas .

Diego Urdiales , en el que fuera tercero, se mostró tibio en el recibo , pero fue él quien consiguió cortar la primera de la tarde . Dicho premio lo consiguió con una faena realizada desde la franqueza que pudo haber roto de manera más rotunda. El torero, muy firme y dispuesto, mandó con ambas manos en el engaño aunque de manera discontinua. Con la diestra cuajó por bajo en un par de series aunque en ocasiones acabó ahogando a la res. Con la zurda, anduvo especialmente plástico, bajando el nivel del estaquillador y dejando naturales de bello corte ante un animal que acompañaba sin explotar. Una gran estocada cerró una intervención de buen sabor.

En el cuarto, « faena fandiana », si se permite la expresión. Por cúmulo de experiencia, ésta se entiende como la faena base que comienza con el torero de rodillas con capa y muleta, por tónica, pero que adquiere su culmen en banderillas. Así fue. Dos largas de rodillas, algunas verónicas sueltas, dos chicuelinas al paso, un derrape de costado del animal, cuatro pares de banderillas poderosos y varias series a derecha e izquierda con la tela. El efecto suele resultar siempre parecido. Esto es, que el público se levanta de sus asientos en el tercio de avivadores y luego, modo «mute». Al final, si el diestro anda efectivo, como fue el caso, premio. Oreja para Fandi al que el presidente, pese a la petición del respetable, supo conceder lo máximo merecido .

Ponce , que abrió cartel, anduvo muy voluntarioso y plástico, pero sin explotar. Muy obligado a cuidar a su enemigo , que campaneo por dos veces, dejó verónicas con gusto y una cuidada serie, la que hizo tres, con la derecha. Dos muletazos templados a media altura, uno por bajo y el de pecho. Sin muchas más opciones, Ponce tiró de técnica y voluntad antes de que la intensidad mermara aún más.

Finito , salió muy decidido para lograr un ramillete de verónicas, dejando tres de bella factura antes de un enganche que deslució el remate. Con la muleta cosechó una buena serie con la derecha antes de tomar la zocata, donde se mostró hondo y compuesto. La res, sosa y sin acabar de emplearse, impidió ver la mejor versión de un Finito comprometido y detalloso que no pudo inventar.

Julio Benítez no convenció al tendido tras mostrarse por debajo del nivel que exigía su oponente. Pese a la disposición, confundió colocación, distancia y manejabilidad del astado. Faena deslabazada donde el animal debió recibir un trato diferente. Acción sin historia en una tarde que quedará para el recuerdo por la faena de un novillero y por la solidaridad de quienes con su presencia recordaron que lo taurino contribuye.

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