Mirar y ver
Voluntarios, voluntad de querer
Ser voluntario es darse cuenta del dolor de los demás y asumirlo como propio

Fuentes y fachadas iluminadas en color rojo recordaban, el día cinco de diciembre , domingo preludio del tan ansiado puente, la celebración del día internacional del voluntariado , y mostraban así el agradecimiento a las personas voluntarias por su servicio responsable, permanente, anónimo y gratuito.
Son muchas las organizaciones en las que el voluntariado es su seña de identidad y su valor más apreciado. Según datos para 2020 de la Secretaría General de Políticas Sociales de la Junta , Andalucía cuenta con casi medio millón de personas voluntarias . Córdoba , con 49.146, es la tercera provincia con mayor número, tras Se villa y Cádiz , con una proporción muy aproximada de hombres (25.921) y de mujeres (23.225), esto sin contar el sinfín de colaboraciones anónimas que, sin duda, no figuran en las estadísticas oficiales. Este voluntariado se reparte entre nuestras 189 entidades, la mayoría, 128, dedicadas al área de la actividad social, seguidas de las del ámbito de la salud, y predominando los jóvenes, la población en general y aquella con discapacidad como beneficiarios mas destacados. La ayuda prestada durante la pandemia ha aumentado considerablemente. Por ello, este día de los voluntarios ha querido agradecer, de manera especial, la labor del voluntariado durante la crisis sanitaria, que ha sabido traducir la dificultad en ocasión y oportunidad para la esperanza.
Ser voluntario es elegir la voluntad de querer en la sociedad del apetecer; asumir la determinación libre y generosa de trabajar por el bien común, frente al sentimentalismo superficial contemporáneo, que se deja afectar momentáneamente, pero que elude el compromiso; es poner al servicio y en juego afectos, conocimientos, habilidades y tiempo, a pesar del extendido deseo de inmediatez y logro; significa, contra el individualismo imperante y el culto egoísta al yo, vivir la cultura del encuentro, en un mundo interdependiente, que nos acerca a las dificultades de los otros, que no nos deja indiferentes y que nos hace corresponsables; es darse cuenta del dolor de los demás y asumirlo como propio; es confiar en que sus actitudes y conductas erradicarán los valores contrarios a la solidaridad y la justicia. Soñadores sí, equivocados, no; personas despiertas y críticas con la motivación necesaria para prestar sus esfuerzos y cambiar una realidad que les ha tocado el corazón, porque nadie ama lo que desconoce ni lucha por lo que ignora.