Mirar y ver
Vida
Jóvenes sin miedo, dispuestos a aceptar el presente sin atrincherarse para huir de un futuro que se antojaba incierto, quisieron dar vida en plena adversidad
La irrupción del coronavirus detuvo el mundo en todos los sentidos. El miedo, la incertidumbre, la enfermedad y sus consecuencias, sus graves efectos en la economía , la pérdida de puestos de trabajo, el cambio en las costumbres y en las relaciones, las imposición de distancias y el estado de alarma hicieron que parásemos de repente. Durante 2020, la natalidad cayó por los efectos de tanto desasosiego , lo que acrecentó la anteriormente anunciada crisis de nacimientos. Pero la vida siempre se abre paso inevitablemente, con una fuerza arrolladora e irresistible. Según información de este mismo medio y del Instituto Nacional de Estadística , desde comienzos de 2021, el número de nacimientos ha aumentado en España y, concretamente en Córdoba, en un 9,3 por ciento .
Detrás de estos datos, hay rostros concretos y hermosas historias. Al terminar el confinamiento y con la esperanza puesta en la posibilidad de vencer la pandemia, muchos jóvenes se lanzaron a contestar con arrojo a tanta adversidad. A pesar de todo lo que estaba ocurriendo, o tal vez por ello, jóvenes sin miedo, dispuestos a aceptar el presente que les ha tocado vivir, sin atrincherarse para huir de un futuro que se antojaba incierto ni escuchar discursos alentadores de vasos medio vacíos, quisieron dar vida en plena adversidad.
No sé si esta generación será llamada la de los niños de la pandemia, pero lo que sí sé es que la de sus padres y madres nos alecciona por su actitud valiente , no timorata ni acomodaticia y es un ejemplo de superación y confianza en la vida, porque como dice Neruda: «Vida/ eres como una viña:/atesoras la luz y la repartes/transformada en racimo». A ellos, gracias, porque en cada nacimiento se percibe el palpitar de la existencia , el sentido y el misterio a un tiempo. Se siente la ternura inmensa de un corazón que se transmite y nace. Se siente la fragilidad humana, como la del pequeño en brazos de su madre y el poder de la vida que brota y se abre paso enamorando. Se siente el amor incondicional y generoso que nunca se agota, la seguridad pase lo que pase y la gratitud por tanto recibido. Se siente reverencia ante el milagro de la vida y la bendición sobre el mundo entero en cada niño que nace.
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