Mirar y ver
Patios, tradiciones y abuelos
Los abuelos, sabiduría y experiencia, proporcionan el sentido de identidad que todos necesitamos para crecer seguros
Leo en ABC que José Manuel Belmonte completará el grupo de esculturas dedicadas a los patios de Córdoba y a homenajear a las personas que los cuidan, con una tercera, encargada por el Ayuntamiento en conmemoración del centenario de esta fiesta.
‘El pozo de las flores’ es el sugerente título elegido por el autor para su aún inédita obra, que se sumará a la cuidadora de patios que, con caña y lata en mano, riega ya eternamente sus macetas en la Puerta del Rincón , y al niño subido en la escalera en San Basilio que, ante la atención instructiva de su abuelo, simboliza el cambio generacional.
La nueva escultura -informa este medio- encarnará a una abuela , evocación de la del escultor, ocupada en las tareas de hacer y trasplantar esquejes y macetas y a una niña que la mira mientras aprende los rudimentos de este arte, reflejo de la transmisión de los conocimientos y maestría que mantienen en pie esta tradición Patrimonio Inmaterial de la Humanidad .
Tradiciones y abuelos dan mucho que pensar y tienen considerables parecidos. Las primeras son el sostén de la cultura y seña de identidad, características que hacen su conservación tan importante. No son cosa del pasado, sino comprensión del presente y acicate para el futuro . Ignorar las tradiciones supone vivir sin referentes, en la intemperie desarraigada del peligroso desapego. También los abuelos y abuelas tienen mucho que ver con esto, como en las esculturas de Belmonte, y tal vez por esta causa están presentes en ellas.
Los abuelos, sabiduría y experiencia, proporcionan el sentido de identidad que todos necesitamos para crecer seguros y que solo puede construirse con solvencia si conocemos de dónde venimos para saber quiénes somos.
Ellos son los portadores de la memoria familiar , narradores de vida y vidas, los grandes contadores de historias de familia, que vinculan el pasado y el presente y nos introducen en el patrimonio de los recuerdos que, al transmitírnoslos y asumirlos como propios, nos identifican y hacen nacer el sentimiento de pertenencia.
La existencia es incierta sin sentido de identidad y sombría sin el de pertenencia. Los abuelos son garantía de ambas. Más aún, los buenos abuelos, o mejor los abuelos buenos, entregan a sus nietos un amor incondicional , gratuito y agradecido. Y es este su valor insustituible.
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