Mirar y ver
Patios: belleza y encuentro
La fiesta cordobesa es una celebración de una manera de relacionarse
Abril robó a mayo la prevalencia de la primavera, pero Córdoba se la devolvió con creces. La Fiesta de los Patios de Córdoba celebra su centenario. Ya en 2016 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, título que designa, según la Unesco, tradiciones vivas transmitidas de generación en generación, reconocidas como señas de identidad por quienes las crean, mantienen y transmiten. Así el expediente de su nominación reconocía que la Fiesta de los Patios es manifestación de la manera de ser, vivir y relacionarse, de palabras y narraciones, saberes y arte que se desea perpetuar.
Los patios son tradición y ritual mantenido. La luz, el color y el olor de las flores, las paredes blancas, el rumor del agua y de los pájaros, el cuidadoso detalle, la eclosión de la belleza . Pero también experiencia vital transmitida, que genera un universo de símbolos y significados que hablan de lo esencial. Los patios comparten el simbolismo de jardín, expresado por la tradición literaria desde la antigüedad grecolatina hasta hoy. Cuando de Córdoba se trata, el jardín se transforma en patio, lugar amable, agradable, bello. Las flores símbolo de la fugacidad del tiempo; la fuente, siempre presente, alegoría de la vida y señal del espacio sagrado, separado del exterior. El patio, jardín cerrado, sometido al orden establecido de las estaciones y de quien lo cuida, es espejo de la labor sobre la propia vida y de la capacidad humana para construir un hermoso paraíso, donde estar a salvo. Es un espacio íntimo , cargado de experiencias y recuerdos, que, en la fiesta, se abre a quienes los visitan.
D’Amicis en su recorrido por Córdoba los contempla y afirma: «no es un patio propiamente tal, ni un jardín, ni una sala, es a la vez estas tres cosas… Arcadas, columnas, flores, saltos de agua y palmeras… Experimenté un deseo irresistible de penetrar en aquellas casas y jardines, de descorrer el velo del misterio que envolvía la vida de los seres desconocidos que las habitaban; de participar de aquella vida, … y decir: … también quiero ser feliz; dejadme descansar en medio de vuestras flores, dejadme conocer todos los secretos de vuestro paraíso; decidme quién sois, cómo vivís». Belleza y encuentro, esta es la esencia de nuestra fiesta.
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