Mirar y ver

Nadal para políticos

Un buen gobernante, como Nadal en la pista y fuera de ella, ha de ser buena persona, honesto, amable, creíble y auténtico

El mundo se rinde a Rafa Nadal: así recogen las portadas de la prensa internacional su victoria en Roland Garros

Nadal, en un acto de su academia de tenis el día 8 de junio EFE/ Cati Cladera
María Amor Martín

María Amor Martín

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En una semana llegarán las elecciones al Parlamento de Andalucía , cuyos resultados se vislumbran decisivos para el escenario de la política nacional . Es interesante esta posición estratégica. Al fin y al cabo, somos la comunidad con mayor número de habitantes del país, lo que con frecuencia no se corresponde con el debido reconocimiento e influencia. Está bien que por una vez sea así. La pandemia , la subida de los precios, la crisis energética, la invasión de Ucrania y sus consecuencias inciden en las necesidades del electorado y repercuten en su decisión, marcando una clara tendencia del voto . Según conclusiones de las encuestas del CIS, los andaluces buscan un buen líder que defienda sus intereses. A estas alturas, los responsables de campaña se afanan por ganar la partida del 19-J y por conseguir seducir con la imagen del mejor aspirante posible. No hay en esta tarea otra herramienta más eficaz que buscar ejemplos de los que aprender. Ya Maquiavelo aconsejaba que el príncipe «debe contemplar las acciones de los varones insignes, y escoger, entre los antiguos héroes un modelo, así como Alejandro Magno imitaba a Aquiles , César seguía a Alejandro y Escipión caminaba tras las huellas de Ciro». Pues bien, tenemos un héroe que mucho puede enseñar a políticos y asesores. Rafa Nadal es el mejor «manual de príncipes». Como él, un buen candidato ha de poseer un claro liderazgo que una a la mayoría, como en sus torneos, en un mismo deseo; capacidad de gobierno en el juego bien planificado, con táctica medida, técnica precisa y confianza para ejecutarlo con determinación; primacía del trabajo, el esfuerzo y la disciplina -a ver qué hacemos con la ley de educación-; perseverancia ante las dificultades, hasta para afrontar un campeonato con un pie dormido; valentía, porque con miedo a perder no se puede ganar; y ganar en humildad para reconocer las debilidades propias y las fortalezas de los adversarios, a los que hará sentirse siempre respetados. Un buen gobernante, como Nadal en la pista y fuera de ella, ha de ser buena persona , honesto, amable, creíble y auténtico, tanto como para interrumpir una rueda de prensa respondiendo a la llamada telefónica de su madre. Una madre es una madre y esto él lo tiene muy claro. Espero que nuestros políticos todo lo dicho aquí también.

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