Mirar y ver
Un mar desigual
La descorazonadora playa del Tarajal, la esperanza de Santa Luisa de Marillac
Ceuta . Las noticias y las imágenes impresionan. Miles de personas, acosadas por la pobreza y la falta de futuro, espoleadas por la esperanza de una vida mejor, son utilizadas de manera infame como estrategia de presión política. Los ceutíes sienten la impotencia y el dolor que la situación provoca en cualquier corazón. La playa del Tarajal se convierte en escenario estremecedor, alcanzan la orilla desfallecidos, aun apenas sin saber nadar. Muchos son menores. Se les llama ‘ menas ’, lexicalización para denominar a los menores extranjeros no acompañados, solo niños expuestos a injustas y dramáticas vivencias.
La Parroquia de Santa Luisa de Marillac de Córdoba sabe mucho de esto. Su párroco, Miguel David Pozo , está al frente del programa La maleta de Luisa , apoyado por Cáritas Diocesana, la Fundación Don Bosco, voluntarios y la comunidad parroquial. Él mismo dice que es un proyecto de amor para jóvenes a los que la vida les pone una maleta en la puerta, un amor que se compromete y busca soluciones de acogida, recuperación, formación y promoción. Entre ellos, están aquellos que al cumplir 18 años deben abandonar los servicios de protección de menores y se encuentran desasistidos, sin recursos ni futuro. En La maleta de Luisa encuentran un lugar donde vivir, en la casa rectoral de la parroquia , en un clima de familia, que les proporciona seguridad y sentido de pertenencia, junto al acompañamiento de personas que les ayudan a superar sus dificultades y en su formación, hasta alcanzar la vida digna y feliz que les corresponde.
Tengo muchas preguntas, demasiado que recriminar a las decisiones y a la inoperancia política y una sola respuesta: están aquí y la realidad obliga a anteponer la seguridad de las personas y proteger sus derechos. Las fuerzas de seguridad intentan lo imposible, un Guardia Civil rescata a un bebé del mar y una voluntaria abraza a un recién llegado desconsolado y exhausto. Es la hondura del encuentro de quienes ejemplarmente muestran que las personas de cualquier lugar, cultura o raza, conocen, se alegran, sufren, aman, anhelan y creen, de la misma manera. Están aquí y resulta que la vida es un valor inalienable y es el reconocimiento de la dignidad de cada persona lo que nos hace verdaderamente humanos y hermanos. A partir de ahí, todo lo demás.
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