Mirar y ver

Ermitas solidarias

Este año no habrá habas pero sí cazuelas para colaborar por una buena causa

Fiesta de las habas en las ermitas Valerio Merino
María Amor Martín

María Amor Martín

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Que la pandemia nos está enseñando mucho —a quien quiere aprender— no cabe duda. Nos creíamos intocables, poderosos, imbatibles, y, de un plumazo, nos ha hecho conscientes de la fragilidad y la vulnerabilidad de nuestros pies de barro. Agarrados a la seguridad y la abundancia, transitábamos autónomos y solitarios, y, en la dificultad, hemos aprendido que somos dependientes y solidarios. La pandemia ha arrebatado mucho de nuestra forma de comunicarnos, de la manera de estar con los demás, de celebrar y de vivir. Pero ha ayudado a centrarnos en lo fundamental. Nos ha sacado de la comodidad y reportado grandes dosis de imaginación para recrear y recrearnos, sin dejarse llevar por el miedo paralizante ni por el abatimiento desesperanzado. Y hay muchas muestras de ello en estos momentos de crisis.

La celebración de la festividad de la Virgen de Belén en las Ermitas será singular este año. Se celebrará la Santa Misa en su honor a los pies del Sagrado Corazón , pero la situación sanitaria no permite que se realice, como era tradición, la Fiesta de las Ha bas, jornada de convivencia, organizada por la Asociación de Amigos de las Ermitas, desde 1983, el domingo siguiente al de Resurrección. Sin embargo, ha hecho posible poner el énfasis en su sentido esencial.

El reparto de habas en cazuela a los asistentes, característico de esta fiesta, replica la práctica de los ermitaños, que cada día entregaban un plato de comida a los mendigos que recurrían a ellos en sus necesidades: «De legumbres y frutas/pobres manjares,/parten con los mendigos/en sus altares», dice Fernández Grilo, el poeta de las Ermitas. No habrá habas, pero sí las cazuelas . Se han puesto a la venta para recaudar fondos, destinados a Cáritas de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción del Parque Figueroa, que atiende a numerosísimas familias y con la que colabora la Juventud Protectora de las Ermitas desde el principio del confinamiento. Cazuelas de barro como nuestra fragilidad, sencillas, hechas a mano, pero poderosamente solidarias.

Nos vemos el domingo en las Ermitas blancas , sobre el verde impenetrable de la sierra, silencio, ciprés y espadaña del tiempo, en esa «isla silenciosa» de García Baena , donde Ortega y Gasset «siente caer en torno la llovizna bienhechora del silencio, y elevarse de entre los árboles humaredas de paz».

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