Mirar y ver
Brechas de exclusión
Las crisis tienen la mala costumbre de provocar y hacer crecer carencias. Las medidas de confinamiento crearon un «shock sin precedentes»
Cáritas y la fundación Foessa han presentado el ‘Informe sobre la evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España’, un estudio veraz y exhaustivo, de inexcusable lectura para conocer la realidad social , pero, sobre todo, para quienes han de tomar decisiones sobre sus efectos.
Las crisis tienen la mala costumbre de provocar y hacer crecer carencias . Las medidas de confinamiento suspendieron, en gran medida, la actividad económica y del sistema productivo, un «shock sin precedentes», la mayor reducción de PIB desde la Guerra Civil , según el informe, cuyos efectos se traducen en cifras más elocuentes que las palabras. 11 millones de personas sufren exclusión social. El 33% de los trabajadores con bajos salarios vive en pobreza extrema y el 65%, en riesgo de pobreza.
Un 19% ha pasado hambre con frecuencia o la está sufriendo ahora, entre aquellos en exclusión severa. Un cuarto de la población no accede al empleo ni a la vivienda. La desigualdad también se hace patente. La diferencia entre la población con más y menos ingresos ha aumentado por encima de un 25%.
La pandemia ha feminizado las desigualdades y convertido el ser joven en factor de exclusión, dejando en situación de vulnerabilidad a 2,7 millones de entre 16 y 34 años. Víctimas de dos crisis, los jóvenes han de centrar cualquier medida de recuperación, aunque solo fuese por la utilitarista y precaria pretensión de asegurar la capacidad productiva del país y un futuro sostenible.
Lo dicho a nivel nacional y autonómico afecta igualmente al ámbito local. Andalucía contabiliza una de las tasas más altas de exclusión social precedida solo de Cataluña, y con la más elevada en cuanto a la población juvenil de 18 a 29 años.
La crisis ha ensanchado las brechas de pobreza, procedencia, género, intergeneracional, educativa, energética y digital, con el peligro de fractura social que supone. Urge la reflexión, siempre impedida por lo urgente. También la entorpece la cortedad de miras y la soberbia de la tiranía mediocre que opina, sabe de todo y desconoce que, para obtener una valoración certera de lo que acontece y sus efectos, son ineludibles la capacidad de análisis y las evidencias que la fundamenten. Que se lo aplique quien corresponda, lea el informe, piense y actúe. Todos.
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