Mirar y ver

Brechas de exclusión

Las crisis tienen la mala costumbre de provocar y hacer crecer carencias. Las medidas de confinamiento crearon un «shock sin precedentes»

Reparto de comida durante la crisis del coronavirus en la parroquia de la Asunción del Parque Figueroa Valerio Merino
María Amor Martín

María Amor Martín

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Cáritas y la fundación Foessa han presentado el ‘Informe sobre la evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España’, un estudio veraz y exhaustivo, de inexcusable lectura para conocer la realidad social , pero, sobre todo, para quienes han de tomar decisiones sobre sus efectos.

Las crisis tienen la mala costumbre de provocar y hacer crecer carencias . Las medidas de confinamiento suspendieron, en gran medida, la actividad económica y del sistema productivo, un «shock sin precedentes», la mayor reducción de PIB desde la Guerra Civil , según el informe, cuyos efectos se traducen en cifras más elocuentes que las palabras. 11 millones de personas sufren exclusión social. El 33% de los trabajadores con bajos salarios vive en pobreza extrema y el 65%, en riesgo de pobreza.

Un 19% ha pasado hambre con frecuencia o la está sufriendo ahora, entre aquellos en exclusión severa. Un cuarto de la población no accede al empleo ni a la vivienda. La desigualdad también se hace patente. La diferencia entre la población con más y menos ingresos ha aumentado por encima de un 25%.

La pandemia ha feminizado las desigualdades y convertido el ser joven en factor de exclusión, dejando en situación de vulnerabilidad a 2,7 millones de entre 16 y 34 años. Víctimas de dos crisis, los jóvenes han de centrar cualquier medida de recuperación, aunque solo fuese por la utilitarista y precaria pretensión de asegurar la capacidad productiva del país y un futuro sostenible.

Lo dicho a nivel nacional y autonómico afecta igualmente al ámbito local. Andalucía contabiliza una de las tasas más altas de exclusión social precedida solo de Cataluña, y con la más elevada en cuanto a la población juvenil de 18 a 29 años.

La crisis ha ensanchado las brechas de pobreza, procedencia, género, intergeneracional, educativa, energética y digital, con el peligro de fractura social que supone. Urge la reflexión, siempre impedida por lo urgente. También la entorpece la cortedad de miras y la soberbia de la tiranía mediocre que opina, sabe de todo y desconoce que, para obtener una valoración certera de lo que acontece y sus efectos, son ineludibles la capacidad de análisis y las evidencias que la fundamenten. Que se lo aplique quien corresponda, lea el informe, piense y actúe. Todos.

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