Mirar y ver

Arroyo Bejarano

El enclave es patrimonio natural e histórico, pero necesita protección

El arroyo Bejarano, en una imagen de archivo ABC
María Amor Martín

María Amor Martín

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Desde hace años, asociaciones ecologistas, amantes de la naturaleza, senderistas y muchos cordobeses asiduos del bello paraje del arroyo Bejarano han denunciado el peligro que lo acecha. Este verano el cauce ha aparecido más seco que nunca y la noticia corría de boca en boca y saltaba a los periódicos. Arroyo Bejarano es una reserva natural fluvial, una de las doscientas veintidós que hay en España, de la demarcación hidrográfica del Guadalquivir. Esta denominación fue creada como figura para proteger cauces o tramos de los mismos, corrientes naturales, lagos y reservas subterráneas como acuíferos o masas de agua, bien conservados y a los que la intervención humana no haya deteriorado en demasía. Fueron estas las condiciones que le proporcionaron al arroyo Bejarano la declaración de reserva natural fluvial, en 2015, por su buen estado y valor medioambiental. Sin embargo, se hace necesaria la defensa de este valioso entorno , de sus aguas, flora y fauna, que se ven afectadas no solo por la falta de lluvia, sino también por la sobreexplotación para uso doméstico, piscinas y riego, sobrepastoreo, vertidos directos de aguas residuales, y, especialmente, por las captaciones ilegales y la urbanización incontrolada, que provocan su degradación y comprometen la conservación de este habitat y su biodiversidad. Todo ello motivado por una visión utilitarista sobre la naturaleza , que no mide los daños irreversibles que se causan en ella, ni se preocupa por el impacto de muchas de las decisiones que se toman, alejadas del bien común.

El arroyo Bejarano es patrimonio mediambiental , pero también histórico y memorial, heredad viva que hay que cuidar y mantener. Un patrimonio natural, cuya importancia ha dejado huellas tangibles. Los restos arqueológicos de acueductos, fuentes y molinos muestran su trascendencia para el abastecimiento del agua de la ciudad en todas las épocas ; primero para la Córdoba romana, a través del acueducto de Valdepuentes, conocido entonces como Aqua Augusta, y después, en el siglo X, para el suministro de la ciudad palatina de Medina Azahara. Además, el arroyo Bejarano, junto con el del Molino, la Fuente del Elefante o los Baños de Popea, forma parte de la memoria y experiencia vital de todos los cordobeses , tal como lo expresa Ricardo Molina: «escuchas el arroyo, en él te reconoces», como dice García Baena, «feliz inaugurando el agua».

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