Rafael Ángel Aguilar Sánchez - EL NORTE DEL SUR
La marea de pupitres
El discurso que mitifica a la educación pública ha consumido ya todo su recorrido
Ellos lo llaman «racionalización de las unidades escolares» , pero de sobra saben que están abusando del eufemismo. Los mismos despachos de los que salen aprobados exámenes con más de la mitad del contenido en blanco y con un dos en la nota inicial -ahí está el caso de Montilla que ABC ha publicado esta semana- registran estos días el trajín de la vuelta de tuerca al mapa educativo para ver si hay manera, que ya se las compondrán para que la haya, de que el cuadrante encaje con el dictado del argumentario. El espíritu beligerante con la enseñanza concertada sopla con fuerza . Otra vez. Con la diferencia de que la amenaza es ahora muy seria: la cosa no se reduce ya a la invectiva del comisario de turno, sino que tiene el horizonte de cerrar clases vía BOJA. El envite se asienta , de nuevo, sobre una falacia . La Junta sabe que si los números no le salen, que si hay aulas de colegios públicos sin tantos alumnos como querría, es simplemente porque la gente prefiere llevar a sus hijos a la escuela de enfrente, y qué casualidad que ésta funcione en régimen de concierto con el mismo Gobierno regional que ahora pergeña condenarla a la asfixia. O casi.
El discurso que mitifica a la educación pública ha consumido ya todo su recorrido . Hoy no tiene demasiado sentido, sobre todo porque en Córdoba, como en las ciudades de nuestro entorno, hay a manojitos colegios fundados por comunidades religiosas que operan en la práctica como instituciones muy alejadas del ámbito privado y que han sacrificado de un modo consciente su encomienda evangelizadora inicial en beneficio del noble servicio a la comunidad. Enclavados en barrios menesterosos en muchos casos, decenas de colegios concertados de la capital y de la provincia se han echado a sus espaldas la misión de la instrucción pública con tanta responsabilidad y denuedo como lo hicieron hace ocho o nueve décadas los precursores de la red de enseñanza gratuita y universal en todo el país. No, no, no: ya no cuela el mensaje de que la educación conveniada es elitista . Ahí están, y son solo unos cuantos ejemplos porque hay muchos más, los Franciscanos levantando la adolescencia de los muchachos de Levante, los carmelitas de El Carmen poniendo alto el listón de los chicos de San Cayetano y de sus alrededores o los Salesianos en la zona de María Auxiliadora. ¿Dónde está en todos ellos la altivez que ha encontrado acomodo en el cerebro de la Consejería y que en este momento sirve de pretexto agazapado para acometer su cruzada particular? ¿No habría de aprender la educación pública canónica, uy perdón, de la capacidad que estas instituciones han tenido a lo largo de su ya larga andadura para hacerse un nombre en el tuétano del vecindario que las ha acunado?
Pero no queda sino batirse. Visto lo visto, las escuelas concertadas no tienen más remedio que buscarse más pronto que tarde un « Spiriman », si es que no lo tienen ya, que reúna el arrojo de lancear por todo lo bueno que han conseguido desde que están sobre la tierra.