VIDAS EJEMPLARES
Manos que se abren pincelada a pincelada
El joven montillano Antonio Navajas, tetrapléjico desde hace siete año, es un ejemplo de superación gracias al arte
Antonio Navajas es un joven cordobés de 31 años que quedó tetrapléjico a consecuencia de una zambullida en la piscina hace ya siete años y su afición por el arte le está ayudando en la rehabilitación de la movilidad de sus manos. Pincelada a pincelada, sus cuadros reflejan una mayor precisión en el trazo de su vida.
«La primera vez cogí un pincel como si fuera un martillo », confiesa el autor de la exposición «El arte sin barreras» que acoge el Hospital de Montilla , un joven de la localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera que se ha apoyado en esta disciplina a lo largo del duro proceso de recuperación después del daño cerebral y medular que le provocó su accidente tras el cual «me quedé tetrapléjico total , no movía nada las manos».
Rafael era un aficionado a la escultura, llegó a trabajar incluso en el taller de un artista en Córdoba, pero, en lugar de obsesionarse con ello, «como no podía usar las manos para esculpir , decidí coger el pincel»; al principio, sus manos no tenían apenas movilidad, algo que se refleja en sus primeros cuadros , paisajes familiares o reproducciones escultóricas con trazos menos precisos, más rudimentarios.
La mejora de su técnica requirió de dos operaciones de tendones que le devolvieron algo de movilidad, avance que quiso aprovechar para comenzar a tomar lecciones de un profesor de pintura, Rafael Jurado , que está consiguiendo que sus manos y sus trazos evolucionen pincelada a pincelada.
En su exposición se muestra esa evolución física que ha tenido Rafael, así como su tenacidad hasta lograr acabar los lienzos; Teresa, su madre, recuerda que casi abandona los pinceles en uno de sus lienzos, un expresivo ojo de mirada intensa , por la complejidad del dibujo, «se enfadaba porque no conseguía hacerlo como él quería, pero se armó de valor y lo acabó».
«En el arte no es la capacidad lo que cuenta, sino el sentimiento » comenta su padre , que también se llama Rafael, que recuerda que a pesar del vuelco que dio su vida tras el accidente, «estamos muy satisfechos con su evolución , en la que los doctores del hospital de Montilla junto a la fuerza de voluntad de mi hijo han hecho posible que haya mejorado su calidad de vida».
El médico de Cuidados Intensivos que lo atendió por primer vez, José Caballero , se siente muy orgulloso de todos los logros de Rafael «porque llegó prácticamente ahogado , y tuvo un daño cerebral y medular importante», lesiones que ahora no le impiden tener gran autonomía , siempre con la ayuda de sus «aprendices» en el taller que le echan una mano con las mezclas de las pinturas o el lavado de los pinceles.
«Lo mejor de que Rafael pinte es que cuanto más mejora en la técnica, más motivación siente en lo que hace» cuenta su otro «ángel de la guarda», el facultativo en Rehabilitación Gilberto Manuel Vega que se encarga de su seguimiento y evolución.
Ha explicado que la pintura lo ayuda a perseverar en su día a día, a aprender a usar mejor la movilidad que ha adquirido tras sus operaciones; «hasta que la ciencia y la biomedicina avancen, la pintura está siendo su mejor terapia».
Porque desde que tiene el lienzo en blanco , Rafael se obliga a planificar el desarrollo de lo que quiere pintar tiene que ejecutar los pasos poco a poco, y en los trazos trabaja la psicomotricidad de sus manos «con esfuerzo muy grande » para que sus dedos sean capaces de afinar en trazos cada vez más precisos como se ve en sus últimos lienzos.
Esta lección motivadora quiso devolverla al Hospital de Montilla «que fue donde me salvaron la vida » para decirle «a la gente que no tenga ganas de vivir, que se puede vivir tal y como yo estoy» dándole sentido a su vida, reproduciendo a Chillida o Van Gogh y soñando con visitar alguna de las obras de Miguel Ángel .