Nati Gavira - Puerta giratoria

Manolete ilustre

El torero reclama una revisión más profunda que actualice el contenido de una vida inimitable y apasionada

LA tauromaquia está necesitada de otro lenguaje . De un punto de observación que supere la cuestión irreconciliable entre detractores y defensores de las corridas de toro. Un universo que está por conquistar por ambos bandos y que serviría para situar el debate en otro lugar, porque es posible. Tiene un lenguaje múltiple, profundo y ancho, que ha venido mutando con el tiempo y quizás su abandono al recinto cerrado de un coso ha ido minando todas las posibilidades de expresión que contiene. Todo lenguaje explica y sugiere muchas realidades y el taurino ha regalado sus posibilidades a la dicotomía. Ha ido enmudeciendo y sus ecos rara vez alcanzan ahora a la sociología, a la economía, la tradición o al liderazgo popular. Todo comienza por la irrenunciable vocación de valorar que en pleno siglo XXI, la vigencia de fenómenos sociales y artísticos que genera la figura de Manolete sigue y viva.

Manolete es el icono , el personaje que simboliza y atiende a las coordenadas del tiempo y el espacio para explicar la historia de Córdoba . Igual que Julio Romero de Torres , no se agota en la popularidad de sus anuncios publicitarios, ni en la esfinge morena que prestó a los billetes de cien pesetas. El torero reclama una revisión más profunda que actualice el contenido de una vida inimitable, apasionada y sufrida. Cambió el curso del toreo y constituyó un referente al que interrogar de nuevo para completar su rastro. Su influencia social fue amplia, implantó un nuevo concepto en la plaza y originó cierto talante y estilo. Murió cuando su heroicidad parecía imbatible y tuvo que situar parte de su vida en la periferia de lo maldito.

Este año que empieza se cumplen cien años del nacimiento de Manolete. La efemérides ya cuenta con el compromiso municipal y existe una comisión organizadora de toda solvencia que dirigirá el desarrollo de los actos conmemorativos. Esta es una ocasión para reivindicar la alargada sombra de un cordobés histórico más allá de de su dimensión torera. Ya en 1997 el gobierno local buscó la manera de restablecer la memoria del matador pero, a pesar de los esfuerzos, el cincuenta aniversario de su muerte en Linares quedó en una aproximación folclórica y dejó escapar la oportunidad de dejar establecido un discurso narrativo que explique la impronta que el torero dejó en Córdoba, en España y en América.

Tiempo tenderemos para comprobar cuales son las motivaciones que han propiciado el acuerdo político para recuperar al icono, para reconocer la huella en Córdoba de un hombre que representa hoy el estímulo para la reflexión junto al arte de la tauromaquia. A falta de conocer el proyecto íntegro de los actos conmemorativos ya es un r econocimiento a su grandeza que exista la inquietud de juzgarlo . Confiemos en que de nuevo la anécdota no nos robe la ocasión de entender un modo de estar en el mundo, una manera de ser para el mundo.

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