SOLIDARIDAD

Las Madres Capuchinas de Córdoba luchan desde el horno para salvar el convento del siglo XVII

El Covid-19 les ha impedido vender las formas a las iglesias por falta de misas y su situación es muy precaria

Las hermanas capuchinas Narcisa y Gema en el obrador del convento ABC

P. García-Baquero

Al cruzar la enorme puerta de madera al patio central del convento de las Madres Capuchinas a pocos metros de la calle Alfonso XIII se respira paz. No es un tópico, es otro mundo de oración y recogimiento a pocos metros del bullicio de la calle La Plata. La vista se va para San Antonio , que está en una hornacina, una de advocaciones más queridas en Córdoba, a quien no le faltan velas de agradecimiento por parte de sus fieles. Un timbre de esos que hacen sonar las campanas en toda la manzana junto al torno da la bienvenida a este convento de clausura con el acento mexicano de sus hermanas.

El Convento de las Madres Capuchinas que da nombre a la plaza en el corazón de Córdoba en la calle Torres Cabrera ha sufrido recientemente hasta tres conatos de incendio provocados por cortocircuitos eléctricos en los últimos meses que han trastocado su forma de vida. El cableado de este vetusto edificio de más de 30 habitaciones, mantenido por las diecisiete hermanas -tres de ellas con 91, 87,81 y 75 años- data de los años 70 y si no fuera porque «Dios las protege» , como afirma la superiora, la madre Gema, el artesonado de madera y sus paredes encaladas hubieran sido pasto de las llamas. Esta comunidad religiosa lanza ahora un SOS para poder cambiar el cableado eléctrico que les permita continuar viviendo y manteniendo este convento fechado en 1665. La pandemia ha llegado para todos, y a ellas el no poder vender unas cuantas magdalenas o unas formas para las misas (que no se han celebrado al público en más de dos meses) les ha colocado al borde del precipicio, con un grave problema de tesorería.

La hermana Gema cuenta a ABC que el Banco de Alimentos les suministra harina, y está pendiente de ellas, con una austeridad propia de esos enormes muros encalados y las columnas de piedra, pero entienden que el Covid-19 ha dejado a muchas familias en mala situación y tienen que hacer frente a todos, ellas no son la prioridad.

Rezamos y apareció una donación de huevos

En estos dos últimos meses la cosa se ha puesto más difícil que antes en el convento, donde la luz salta , la amasadora no funciona , y el horno del obrador ha estado a medio gas . Con lágrimas de emoción en los ojos, la hermana Gema recuerda que cuando ya tocaron fondo a principios del mes de abril, todas se fueron a rezar para que hubiera huevos y poder hacer magdalenas para venderlas como fuera. A las dos horas, sin que nadie supiera que faltaban los ingredientes esenciales para poder amasarlas y cuando no quedaba ni un solo huevo, en pleno confinamiento, un particular se presentó con una furgoneta cargada de docenas de huevos y harina.

La situación era entonces límite porque no tenían ni para hacer frente al pago de la Seguridad Social de las hermanas ese mes, finalmente fue el propio párroco que da misa diaria en este convento quien decidió de su bolsillo pagar estas cuotas como autónomas. Lo poco que les sirve de sustento son las pensiones de las hermanas mayores. Con esa cantidad pagan la luz, el teléfono, el agua y todo lo necesario para vivir el día a día y mantener la casa. No hay efectivo en tesorería para el encalado de los viejos muros, ni para renovar el obrador.

El olor a bizcocho al entrar en el horno recuerda a otros tiempos. Hay dos puntos de cocinado, uno el de las formas para la misa y otro el de las magdalenas, en el que hoy hay bizcochos de limón con almendras picadas para consumo de las propias hermanas. Con una sonrisa amplia, asegura la superiora que ese es su sustento y que acaban de regalarles unas gallinas que han empezado a poner unos huevos pequeños, pero que ya casi son una docena al día.

La madre superiora Gema y la hermana Narcisa en el horno de las magdalenas ABC

Agradeciendo de antemano a todos las personas que les han echado una mano durante la pandemia, la hermana superiora ha abierto una cuenta en Cajasur para recibir donativos que puedan sufragar todos estos gastos de cambio del sistema eléctrico para adaptar el convento a nombre de la Comunidad de Capuchinas ES89 02376001 4091 72087657 .

Mientras, una de las jóvenes hermanas, Narcisa, se prepara para recibir encargos de bordado en oro , una técnica que ha aprendido de forma brillante de las mejores bordadoras, -asegurando que la técnica debe devolverse al convento que es de donde surgió- y que podría aliviar aún más a esta comunidad religiosa del centro de Córdoba.

De cara al próximo 13 de junio Día de San Antonio , las hermanas preparan más de 5.000 panecillos , con la estampita del santo, con la colaboración de la panadería Roldán, como marca la tradición, y recibir así los donativos que les permitirán seguir los próximos meses subsistiendo en su clausura y rezando por todos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación