Verso suelto

El aborto es tan

El Estado ha desempolvado el manual de represión estalinista para impedir que la gente intente que recapacite quien ha tomado la decisión

Un hombre sostiene un cartel en una manifestación contra el aborto Valerio Merino
Luis Miranda

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El aborto es un derecho humano tan básico y natural que sus partidarios más aguerridos insisten en nombrarlo con una perífrasis y corrigen al que no la utiliza. A los que confunden el género con el sexo como si las personas fuesen retales de tergal o sustantivos tampoco se les puede exigir que inventen algo más decoroso que interrupción voluntaria del embarazo , que parece que al cabo de unos meses se puede retomar lo que se quedó cortado en una clínica. Es tan voluntario que el Estado ha desempolvado el manual de represión estalinista para impedir que la gente intente que recapacite quien ha tomado la determinación. Es solución tan única para las mujeres, porque parece que hasta los espermatozoides eran de la madre, que se persigue y estrangula a las asociaciones que trabajan para dar a los niños todo lo que necesiten con tal de que vivan.

El aborto es una solución tan extrema que los que se hacen por malformaciones, violaciones o riesgos graves no son ni uno de cada diez que se practican, y tiene una representación política tan proporcionada que si el apoyo social es del 59 por ciento de los españoles , la mayoría de los partidos que se sientan en el Congreso bien lo quieren más que a su equipo de fútbol bien lo acaban aceptando por simple costumbre o por no mojarse con la tormenta que les caerá encima si osan tocar una coma. Es un asunto tan de conciencia que las Administraciones riegan con dinero a gente que se encarga de promoverlo y de perseguir a quienes piensan que es un crimen aunque sea legal.

Tanto esfuerzo se podría dedicar a investigar formas de evitar embarazos . Con un poco de inversión seguro que hay científicos que encuentran píldoras que evitan la ovulación y quizá alguno invente una barrera que durante las relaciones sexuales se interponga entre los gametos de la mujer y los del hombre para que no tengan contacto. Cuando existan se podrían comprar en cualquier farmacia, en un supermercado y hasta en máquinas expendedoras para quien haya ligado y no quiera perder el tiro. Se podría llamar anticoncepción y se podría hablar de ella con libertad en institutos y centros de salud. Si las asociaciones de mujeres estiman que no obstaculiza su derecho al aborto y dan su permiso, claro.

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