Verso suelto
La vacuna de la criaturita
Para que exista la mala conducta de los alcaldes, el sistema tiene que ofrecer trampas y tentaciones
Un conspiranoico diría que el espectáculo de los alcaldes escarnecidos por su mismo partido después de haberse saltado la cola de la vacuna del Covid estaba preparado. De pronto se han vuelto ejemplares esas instituciones que nunca tienen la culpa de nada, que responsabilizan de sus mismos errores a los que estaban antes, que dicen que la corrupción es envidia de los que no han ganado elecciones y que no son capaces de ver ningún asomo de buena intención en el que está en la otra orilla. A los alcaldes que han sacado el brazo para que les pinchen mucho antes de lo que les toca, y en Córdoba ya hay más de una, les han suspendido de militancia y los suyos no quieren saber nada mientras la justicia popular los lapida.
Las siglas que los presentaron se anotan el tanto de estar al lado de la gente y pueden contar a los suyos que con la pandemia no valen las trampas. En abstracto llevan razón los que afean este comportamiento, pero para que exista la mala conducta de alcaldes que se piensan que son alguien por ganar elecciones en un pueblo de 2.000 habitantes el sistema tiene que ofrecer trampas y tentaciones .
La historia de que sobraban las vacunas es tan estrambótica como cierta, porque el método que ha creado el Gobierno no puede salir más que la cabeza cuadriculada de un funcionario que jamás ha abandonado su despacho: primero los residentes y luego los trabajadores, y las dosis que sobran no pueden ir de un lugar a otro. Desconozco si en esa operación de necesario cociente cero había normas de paridad o de que los viales de los ancianos rubios no pudiesen reciclarse para los cuidadores morenos.
Los alcaldes se habrán pasado de listos y algo habrá que preguntar a los sanitarios , pero ya hay un partido contando un buen relato en que aparece como implacable frente a los aprovechados que se quedan con la vacuna de las criaturitas. La inmunización , mientras tanto, sigue avanzando con paso de elefante, mano de ratón y pulso de pingüino, que lo importante es cumplir con los convenios sectoriales, no contratar más de la cuenta y tampoco pedir demasiados esfuerzos. Qué prisas, ni que la economía se estuviera hundiendo.
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