Verso suelto
Soledad eres
¿Qué habrá podido pasar para que el ser humano que se habría librado de las ataduras reaccionarias no esté feliz, sino amargado?
Casi la mitad de los andaluces mayores de 55 años se sienten solos. Lo decía un estupendo reportaje de Manuel Moguer en ABC que había que leer con la tristeza gris del ocaso de los domingos, que siempre recuerda la ceniza de la que estamos hechos. No generaba compasión ni esa lástima emotiva que se evapora a los quince minutos, sino la certeza de que llegará un día en que el horizonte del retiro será más de temor que de júbilo, porque vendrán días sin nombre en que no habrá con quien hablar.
Al pensar en que la Consejería de Igualdad de la Junta de Andalucía prepara un plan para luchar contra esa epidemia sin mascarillas ni distancia social uno se pregunta qué habrá podido pasar para que el ser humano que se había librado de las cadenas reaccionarias no esté feliz, sino amargado. La propaganda de las Administraciones y de los partidos que las sustentan había proclamado el final de las ataduras de la familia . Las series de televisión enseñaban las risas sin tacha de los divorciados y la vida divertida de flor en flor del que nunca consentía que a su cama fuese la misma pareja dos noches seguidas.
¿Cómo habrá podido pasar, si con la liberación de los derechos sexuales la vida sería de color rosa? ¿Por qué habrá gente que necesite consuelo si ya apenas hay religión que enseñe que el camino del sacrificio y la entrega a los demás, empezando por los más suyos, lleva a una plenitud cierta para la que no hay que morirse? Los técnicos de esas consejerías tienen ahora que hacer mapas y encontrar a quienes no tienen motivos para salir de sus casas por orden de los mismos que proclaman la arcadia dichosa si el mundo está lleno de parejas rotas y que dicen que la felicidad es poder cambiar la puerta de los aseos públicos por la que une entra.
Ahora quienes cambiaron a los hijos por los viajes a Camboya lloran si pasan ante un colegio en el recreo, y los que los eliminaron en los primeros meses cambiarían un poco de ascensos y de carrera profesional por haberse llenado de papilla el traje. Al cabo de tantos años de aconsejar rupturas por una simple discusión o hasta por una enfermedad, lo que queda es casi una advertencia cuaresmal: «Soledad eres y a ella volverás». Qué habrá podido fallar.
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