Verso suelto
Si se pone malo
La publicidad de Sadeco sobre reciclaje parte de un optimismo ingenuo o de una buena fe a prueba de navajazos

Hace tiempo que parece que está de moda en la publicidad una cierta vuelta a lo explícito tras años de anuncios que cortejaban con la seducción de los colores. En las vallas que hay en las entradas y salidas de Córdoba hay algún despacho de abogados que se anuncia con la foto del jefe y los asuntos. Quizá podrían hablar de las sensaciones de seguridad al entrar en su despacho con plantas de interior y cuadros abstractos, pero al que llega le importa más que empuren al que le está fadistiando. Un taller llama a sus clientes con el retrato del mecánico y si a alguien le parece cateto que se pregunte si no da confianza que el tipo dé la cara durantes años en la salida de una ronda.
A esas alturas ya no sorprendía el anuncio que Sadeco había puesto en un autobús de Aucorsa : «Si huele y se pudre , al marrón ». Regla de oro, nemotécnica infalible que sin embargo no deja de ser el testimonio de un fracaso: después de tantos años de folletos para clasificar los residuos inertes de los que vienen de materia viva, a una parte de la población hay que explicárselo como si fuese incapaz de distinguir una bandeja de poliuretano de una cáscara de melón . Lo que se pone malo, señora, o caballero.
Si con cierta publicidad básica se pueden conseguir clientes, la de Sadeco parte de un optimismo ingenuo o de una buena fe a prueba de navajazos , porque a quien no le entre en la cabeza que hay que separar unos residuos de otros tampoco le va a importar a qué contenedor van. Qué historias de bolsas de plástico mezcladas con periódicos, de vidrio con raíces arrancadas, de huesos de alitas de pollo junto a latas de aceite de coche contarán los camiones de Sadeco y las gaviotas de la cuesta del Lobatón.
No es problema ecológico ni de conciencia social , sino una brecha que va a crecer y que separa a quienes pueden entender un texto escrito de los que no. En algún edificio de oficinas hay un cartel bien grande a la entrada de un negocio: «La notaría es en la puerta de enfrente». Me juego los cordones de las botas a que casi todos los días tienen que redirigir a un despistado, y más que habrá. Ya verán cuando los futuros zopencos que pasen curso con varios cates no encuentren en la calle a ningún Gobierno que les pase la mano por el lomo .
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