Verso suelto

Si no te dan de comer

En Las Tendillas la gente iba y venía ajena y comentaba las noticias de la política con la sonrisa del que habla de un chisme

Aficionados del Córdoba CF antes del partido contra el Real Murcia Valerio Merino
Luis Miranda

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Cuando había jóvenes que se apasionaban por un equipo de fútbol , se disgustaban con sus derrotas y se peleaban con los demás por unos cuantos goles de más o de menos, siempre había algún adulto que sentenciaba con voz sensata que no valía la pena: « Si no te dan de comer ninguno de esos, ¿a ti qué más te da?». La frase tenía razón pero también unas gotas de la guindilla del aguafiestas , porque el ser humano tiene que satisfacer muchas necesidades que no son las primarias.

Si a Córdoba le dio alguna vez por el fútbol fue por imitación de lo que se veía en los telediarios y en los canales de pago en que el Madrid y el Barcelona luchaban por los títulos. Sus partidarios obedecían más a razones sentimentales y generacionales que una identificación de lo que podían representar aquellos equipos: señores de derechas partidiarios de la unidad de España lucían camisetas azulgranas de un club que muchas veces ha ido al frente de la lucha por la independencia; comunistas de toda la vida celebran la letanía infinita de Copas de Europa que se han vestido de blanco en todas las épocas.

Sin otro antagonista que la propia galbana de la ciudad, el Córdoba Club de Fútbol languidecía a ratos como el tercer equipo y los suyos sólo se tenían que pelear con las ganas de romper el carné cada cierto tiempo. Las bufandas servían demasiado para secar las lágrimas , pero a cambio quizá se aprendiera una tolerancia de la frustración que ayuda en la vida de todos los días.

Cuando de todas partes llegaban noticias de virajes violentos de timón y de partidos que se peleaban cuando hasta compartían gobiernos, en Las Tendillas la gente iba y venía ajena y comentaba las noticias con la sonrisa del que habla de un chisme. Aquí por el momento no tienen que votar, y cuando les toque hacerlo no parece que vayan a la urna como irían a la trinchera . Nadie parecía dispuesto a defender sus ideas más allá de alegrarse de que triunfen o de lamentarse de que vuelvan a quedarse en la oposición. Después de todo, ya no se trata aquí de que den de comer, que no tienen que hacerlo, sino de que por lo menos no quiten demasiados condimentos de los que uno pueda llevar a la olla del cocido.

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