La graílla

La Navidad del ‘puff’

Igual lo que parece dejadez en la Cabalgata es minimalismo que lo hace todo con un trazo

Niños en la Cabalgata del 5 de enero en Córdoba VALERIO MERINO
Luis Miranda

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LA Cabalgata de los Reyes Magos es como esas instalaciones incomprensibles del arte contemporáneo: uno no sabe si son obras creativas u objetos que dejaron olvidados los técnicos de montaje, y cuando se aclara la duda no hay forma de saber si lo que cuentan es ironía, formalismo o reflexión metafórica. El terreno es tan resbaladizo como hablar con uno de esos listillos fatuos que a fuerza de sarcasmos entreverados parece que siempre toman el pelo al interlocutor que sólo puede pecar de buena fe. Cuando se ve venir el cortejo de personajes de cómic y niños magos que termina con carrozas esquemáticas como el menú de alguien que tiene que cuidarse el colesterol hay que morderse la lengua antes de largar: igual lo que parece dejadez, pereza y falta de ideas no es más que un minimalismo genial que despoja de todo lo accesorio para ser genial en un solo trazo. Pura condensación conceptual, que no se enteran los que piensan que es indecente o cutre para la duodécima ciudad de España . En realidad es el espíritu de Arvo Pärt o de Donald Judd puesto al servicio del montaje de carrozas.

Quiso el alcalde hace un par de años que Córdoba tuviese la Navidad del ‘wow’ gracias al espectáculo de luces y música de la calle Cruz Conde, y sin duda va consiguiendo que una cierta parte de la ciudad, la que no lo es deslumbrante todo el año, se ponga de tiros largos en los días que van del puente de la Purísima a la tarde del 6 de enero . La onomatopeya con que muchos cordobeses terminan las fiestas, en cambio, es un ‘puff’ o un castizo ‘vaya tela’ cuando todos los años, ilusos que son, se llevan el chasco de que la Cabalgata de los Reyes Magos no es más que una sucesión de personajes de Carnaval , algún que otro dragón sin San Jorge que lo liquide, bailes que podrían salir cualquier día y sobre todo carrozas en que Sus Majestades , más que soberanos de pompa y magia, parecen alcaldes de pueblo con presupuesto tan limitado que tienen que llevarse de sus casas los folios y las sillas.

Tal vez, como dijo Rafael Ruiz en estas páginas hace un par de años, lo que parece dejadez y falta de ambición no sea más que un regalo sardónico para afrontar la cuesta de enero, algo así como una Eurovisión a la cordobesa para que los ciudadanos se desahoguen con memes, quejas y mala uva con algo que no está para admirarlo, sino para lanzarle pedradas verbales. Los estetas que piden mirar a otros lugares para inspirarse en lo que allí se hace con buen gusto, esmero y sentido de la teatralidad en la calle, los que envidian una tradición que no sonroje a los mismos contribuyentes que ven mal utilizado su dinero piensan que igual que Bellido se fijó en Vigo , Málaga o Puente Genil para terminar con aquel alumbrado de las Tacañonas , lo mismo ahora puede ver alguna grabación de otros sitios en que la Cabalgata no está hecha para entrenar el sarcasmo. Será cosa de que los peñistas de Córdoba aprendan de los de Madrid , Sevilla o Lucena para ponerse las pilas desde el año que viene.

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