Verso suelto
¡A mí la Legión!
Los pueblos del sur de Córdoba están cerrados de puertas abiertas
La película se podría llamar Eyes Wide Shut , como aquella última obra de Kubrick que no logré entender, y que algunos tradujeron como «ojos cerrados de par en par». Lo que ha pasado en los pueblos del sur de Córdoba ha sido la paradoja de un cierre de puertas abiertas, un acto de confianza en la buena fe de la gente que se encerrará en su lugar sin otra coerción que el convencimiento de que hay que frenar el Covid-19 . Como cuando Fray Guillermo de Baskerville pregunta por qué, si está prohibido subir a la biblioteca, no está la puerta cerrada, y el abad le contesta que su simple prohibición es suficiente para los monjes que abrazaron -«ora et labora»- la regla de San Benito .
En mi pueblo de Fernán Núñez y en muchos de alrededor siempre brotaron con generosidad feraz el anarquismo y la desobediencia, que iba más allá de llevar banderas rojas y negras y era sobre todo una actitud escéptica ante ciertas normas, aunque fueran necesarias, y ante la arbitrariedad de quienes mandaban. Nadie iba a leer los boletines oficiales si conocía un camino mejor para llegar al mismo sitio, y eso valía para algún menor al volante por las calles de un pueblo si la autoridad sabía que a la familia le hacía falta su ayuda o para firmar ciertos papeles si con eso alguien conseguía una prestación que le hiciese falta. Las normas y los enchaquetados que las dictaban en las lejanas tribunas de Madrid no sabían de las fatigas que pasaba la gente. Quien dice eso dice disfrutar de un almuerzo de domingo en la calle para que el dueño del restaurante, que bastante pasaría con el confinamiento de primavera, vea entrar el dinero y no eche la persiana.
Lo que pasa ahora es mucho más serio y las cifras agobian como atenaza el agua que va subiendo por el cuerpo de alguien que no podrá moverse y sabe que algún día llegará más arriba de la barbilla. El paseo que se dio mi compañero Rafael Aguilar en la mañana del domingo por el sur de Córdoba contó lo que pasa cuando una ley no tiene el acompañamiento de un presupuesto para hacerse cumplir. El miedo a que la carretera que uno ha escogido sea aquella que tiene un control puede ser tan cierto y a la vez remoto como la posibilidad de ganar un premio de la Lotería . En esos pueblos agrarios todo el mundo conoce carreteras comarcales y caminos que llevan de un sitio a otro y por los que nunca pasa nadie de uniforme.
Los números están cada vez más rojos y pronto llegarán medidas más severas para que se pueda elegir entre llorar por los muertos que no dejarán de subir o por la ruina la economía parada. Para entonces quizá haya medios para vigilar que el encierro, y con él las esperanzas de un futuro en que no haya que pedir limosnas al Gobierno , se cumpla. Los alcaldes ya han pedido que venga el Ejército , pero ninguno ha gritado todavía «¡A mí la Legión!» porque sabe que con la bulla para verlos llegar la distancia social se iría a hacer puñetas.
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