Verso suelto
La huida
No es fugitiva ni prófuga, entonces, pero el caso es que Isabel Ambrosio sí que está huyendo, aunque lo niegue

Hay una comunicación no verbal de gestos y posturas y una comunicacion no verbal que se mete entre las palabras y cuenta mucho de quien habla. Con la elección del vocabulario se puede contar mucho más de lo que las palabras significan. Le pasó ayer a Isabel Ambrosio cuando resumió con una frase su actitud de no dimitir después de que se le hayan abierto diligencias por un presunto delito contra la ordenación del territorio. «No voy a salir huyendo» , dijo.
Nadie ha sugerido que la que hace dos años era alcaldesa de Córdoba quisiera escaparse de nadie. De la Justicia que está investigando el caso de su propiedad en la Estación de Obejo no se puede escapar a no ser que uno haga la de Puigdemont y se acoja al sagrado de un tratado de extradicción lo bastante laxo. Y ella no lo hará, estoy seguro: seguirá la instrucción de su caso, se defenderá conforme el proceso avance, estará a lo que digan los tribunales en cada momento, acatará la sentencia cuando salga y hasta recurrirá más arriba si piensa que es necesario.
No es fugitiva ni prófuga, entonces, pero el caso es que Isabel Ambrosio sí que está huyendo, aunque lo niegue. Se escapa de asumir las mismas responsabilidades que habría pedido a cualquiera de los que se sientan en la bancada de enfrente en los plenos y también quiere librarse de las presiones que tendrá de algunos de los suyos para que deje sitio en el Ayuntamiento antes de que el proceso avance y se le ponga feo a ella y al partido, que es tan inseguro como puede serlo todo en los tribunales, pero que podría suceder y no sería raro.
Si el verbo huir casi siempre se conjuga en primera persona con la negación delante, el verbo dimitir tiende a ponerse en imperativo incluso cuando se lo dirigen a uno. «Dimite tú», dijo Rafael Gómez cuando le preguntaron si pensaba dejar el Ayuntamiento por su condena. Suena casi siempre en la boca del que acusa al rival, del que habla de los problemas judiciales o de los errores de aquellos con los que se disputan los votos. Paradojas de la comunicación no verbal: los que evitan la palabra o la niegan para hablar de lo que tendrían que hacer ellos mismos quizá estén delatando con la omisión aquello que no consiguen sacarse de la cabeza.