LA GRAÍLLA
El hotel y la biblioteca
Los que gastan el dinero de los demás dormirán tranquilos si tardan y gastan el doble
LOS plazos que dio Prasa para derribar el viejo hotel Palace y construir uno nuevo sonaron en Córdoba como tuvo que atronar aquella respuesta de Cristo a los fariseos que le reprochaban que hubiese expulsado a los mercaderes látigo en mano: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». San Juan aclara que Jesús se refiría a propio su cuerpo, morada de Dios como el templo de Jerusalén , y a su resurrección después de la cruz, pero los cordobeses abrieron tanto la boca como los judíos . ¿Se va a derribar un hotel y se va a construir otro con 143 habitaciones en un año? Si el Museo de Medina Azahara, que es mucho más pequeño, ya lleva dos y quién sabe lo que le falta todavía. Si el Puente Romano se cerró sin fecha en 2005 y todavía está esperando.
Cuando en la Feria siguiente el hotel que enseguida se llamó ‘oxidaíto’ levantaba al cielo una estampa mucho más rojiza que la que tomó con las lluvias del otoño, los escépticos comprendieron que las obras no se retrasaban porque en Córdoba hubiera restos arqueológicos ni porque los ciudadanos fueran incapaces, sino porque eran públicas y por lo tanto quien tenía que liberar presupuesto, licitar, ver qué empresa era más apropiada y después vigilar que la obra se hiciese como debía no lo hacía con su dinero. Nadie sabía en aquellos años que Prasa estaba a punto de dejarse muchos kilos en las curvas que tenían que venir, pero el hotel no se retrasó ni un solo día, porque quien se jugaba el patrimonio no iba a consentir que se doblase el presupuesto ni un retraso de cuatro años en los que el hotel no iba a amortizar la inversión.
En el otro extremo de esa sucesión de jardines que se llaman de la Victoria , del Duque de Rivas y de la Agricultura , la interminable Biblioteca del Estado cuenta la historia opuesta de una obra que costará el doble de lo que se dijo al principio y que estuvo parada por una adjudicación obligatoria a una empresa que presentó una oferta imposible de tan baja. Ahora ha doblado el coste por una segunda fase que nadie vio al principio y que sin embargo necesita tantos millones de euros como la primera.
La fábula podría servir para contar las ventajas de la economía privada frente a la pública, porque los que se gastan el dinero de los demás sin tener que responder más que ante un micrófono inofensivo dormirán tranquilos si se dejan el doble de lo que dijeron, pero las grandes bibliotecas, al menos en este lado del Atlántico tienen que costearse con impuestos y pasar por el purgatorio de todo lo que toca la Administración . No es cuestión de desinterés por la cultura, porque las autopistas, los hospitales y los centros de congresos tienen los mismos retrasos y parecidos caminos de obstáculos, pero a las bibliotecas siempre las miran muchos con algo de resquemor . Se han acostumbrado a los libros decorativos de sus casas, pero los cientos de miles que se ofrecerán allí les chillarán desde los cristales lo mucho que ignorarán por no leerlos.
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