LA GRAÍLLA

Yo quisiera

Querría tener un paño de inocencia para limpiarme los ojos de lo que la experiencia y los malos humores ensuciaron

Estación de penintencia de la 'Borriquita' en 2019 Álvaro Carmona
Luis Miranda

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Yo quisiera estos días tener tus ojos, Julia, y que aquello que estás a punto de descubrir sea tan nuevo para mí como lo va a ser para ti. Desde aquel mediodía de sol casi de mayo en que dejamos a la Virgen de la Alegría subiendo la calle de la Feria, mientras se alejaba la melodía de ‘Pasan los campanilleros’ entre los naranjos ya amortizados, a ti te ha ido creciendo la memoria, pero la Semana Santa no ha sido más que la brasa de un fuego que no se ha podido volver encender hasta ahora. Has vivido estos años con la intuición de una fiesta que era un poco más que un cartel, que una estampa, que un vídeo, que una marcha, que el recuerdo de una túnica que no iba a extenderse planchada sobre la cama buscando el cuerpo al que tendrá que servir de piel espiritual.

Estos días yo quisiera mirar por donde miras y que me dejaras un paño de inocencia para limpiarme por dentro el cristalino y la retina de lo que la experiencia y los malos humores han dejado sucio. Así comprendería que entiendas que Jesús, como dice la oración, es niño como tú y por eso te encanta verlo en una sencilla borriquita . Así serían nuevas todas esas imágenes que ahora en las iglesias parecen contar las horas para poder encontrarse a gente como nosotros. A los que hemos pensado en que tardaríamos en recobrar la Semana Santa y a los que la tenéis que recibir y encontrarla desde ahora.

¿Qué te llegará a través de los ojos y de la memoria recién estrenada, Julia? Quizá la omnipotencia maniatada del Señor Rescatado , que parece tener en los ojos caídos la resignación de tener que cumplir su muerte atroz aunque tenga fuerza en las manos omnipotentes para romper todos los cautiverios. Tal vez cómo la Virgen de las Tristezas convierte las calles en una capilla ínitima y devota de un tiempo que ni tú ni yo conocimos. Cuando pasen los años buscarás lo que te guste, si es que te gusta, pero yo quisiera tener los oídos limpios, como tú, y dejar que el compás de los tambores se me pegue a la zancada, y acaso cantar con el son pegadizo de algunas marchas sin saberme el nombre y sin tener que hacer crítica artística. Hasta querría, hija, recobrar la sinceridad que querer marcharme y de buscar la cama cuando haya suficiente, de intuir que el caliz sabe exquisito a pequeños sorbos, pero deja sabor amargo cuando hay empacho.

Aquí recibes la Semana Santa . Yo te puedo decir a qué hora exacta de la noche los ojos verdes de la Caridad parecen esperarme, qué grados tiene la vibración de los faroles del Cristo de la Misericordia cuando se mueven, en qué rato de silencio escucharás el llanto de la Virgen de las Angustias , cómo es la música infinita de la Reina de los Mártires, qué guarda la Señora de Córdoba en el corazón después de recogerlo con la mano derecha de las oraciones de los suyos. Yo quisiera verla con tus ojos sin prejuicios para renovarla y que vuelva a dejarme sin palabras como si también fuese la primera vez para mí.

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