La Graílla

El Arcángel como palimpsesto

El estadio es tan cordobés que en menos de treinta años tiene huellas de manos muy distintas

Tribuna del estadio El Arcángel en un partido de esta temporada Valerio Merino
Luis Miranda

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En Córdoba hasta los edificios modernos superponen épocas, estilos y valores arquitectónicos. San Lorenzo , por poner un ejemplo, es una iglesia de naves y pinturas morales góticas que se construyó sobre una mezquita , integró su viejo alminar en una torre renacentista y más tarde tuvo el añadido de retablos manieristas y barrocos. Los que quisieron hablar de la ciudad dando nuevos nombres a lo que se sabía de toda la vida dijeron que Córdoba era un palimpsesto : una superficie sobre la que se escribe algo y al cabo del tiempo se sustituye por algo sin terminar de borrar lo que estaba antes, que queda como fondo y sustrato.

El estadio El Arcángel es tan cordobés que incluso en sus menos de treinta años ya recoge las huellas de las distintas manos que se le pusieron encima sin que ninguna de ellas fuera capaz de darlo por terminado o siquiera por decente. A los que en el futuro se asomen a las gradas blancas y verdes habría que darles, igual que a los visitantes de la Mezquita-Catedral , un plano de colores con las distintas fases y ampliaciones para que se orienten en los estilos que se suceden para conformar lo que en su caso no es precisamente armonía, creatividad ni belleza.

La tribuna y el voladizo son la muestra que queda en pie de la primera fase, la que se podría llamar de Herminio Trigo , cuando jubilaron aquel viejo campo que en su época dorada llegó a pisar Di Stéfano para construir un estadio de gradas pequeñas y lejanas que estaba anticuado y ruinoso incluso en aquel partido de inauguración en que vino el Barça de Cruyff . Los guías hablarían de la arquitectura gris y árida y de la tribuna de prensa, con vistas a la ciudad monumental y el prodigio de ser horno crematorio desde mayo y criadero de pingüinos cuando empieza noviembre sin estaciones intermedias.

Señalada con otro color estaría la preferencia , el ejemplo de las ensoñaciones con que José Mellado quiso corregir la ruina de un edificio con diez años de vida. En lo cómodo y práctico se le pueden poner pocas pegas, pero su exterior siempre inacabado cuenta la historia del proyecto de construir un hotel, para el que tuviera ganas de dormir entre una de las autovías con más tráfico de España y un descampado, y oficinas que apenas se llenaron cuando trasladaron allí oficinas municipales. Luego se miraría a los dos fondos , levantados en parte con fondos anticrisis en lugar de aquellas gradas provisionales desde las que los cordobesistas abnegados vieron aquella temporada 2004/05 en que el Córdoba batió todos los récords de abajo.

Ahora el Ayuntamiento prepara la cesión al club, que se haría cargo de tirar la vieja tribuna y construir la nueva y hay que felicitarse después de tan largo tiempo de precariedad pero pedir, al menos, que la nueva etapa y sus valores respeten la estampa gallarda y alada del que le da nombre recibiendo a los cordobeses.

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