Verso suelto

Amigos de Lolo

Todas las mañanas desayunaba invitado por algunos de los que lo han despedido emocionados y muchos lo defendieron cuando le pegaban

Flores y velas en recuerdo de Lolo, un hombre sin techo que solía moverse por la plaza de Las Tendillas de Córdoba Valerio Merino
Luis Miranda

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Córdoba adoraba a Lolo. La historia la contó mi compañero Rafael Aguilar con un estupendo trabajo periodístico en el que compuso con teselas de testimonios de aquí y de allá el mosaico de la difícil vida de un hombre sin casa que se movía por Las Tendillas , y la glosó también con detalles humanos José Calvo Poyato en estas páginas. Los emoticonos lastimeros se multiplicaban como piropos en romerías cada vez que la historia pasaba a una pantalla nueva. En las redes sociales late la bondad del corazón humano que comparte las historias de personas que han sufrido en sus vidas y que al final encuentran el consuelo y ayuda de las iniciales ‘DEP’ o de unos ojos que llorarán para siempre junto a la noticia.

Los poquísimos que nunca se fijaron en Lolo no saben que todas las mañanas desayunaba invitado por algunos de los que lo han despedido emocionados. Sobraba gente que le prestase el teléfono móvil de última generación para hablar con su hija y su nieto, que viven en Barcelona, y si no aceptó los que le regalaban los muchos amigos que lo han llorado sería por no verse capaz de la disciplina de las cargas y descargas de esos cacharros.

Casi todos los que sabían de Lolo antes del viernes pasado le habían escuchado contar la historia del desarraigo que lo llevaba a vivir en la calle y le habían invitado a comer alguna vez, y con justicia se lamentaban de su suerte. Ahora ya no tendrán que mirarlo pasar la tarde en Las Tendillas mientras ellos disfrutan de la cerveza del mediodía y del gintónic con pepinillo si el almuerzo con amigos tiene estupenda sobremesa. Entre los más de 10.000 que leyeron la noticia y lo hicieron más famoso todavía estaban algunos de los que lo defendieron cuando le pegaban y más de uno dejó pagadas semanas de la pensión de la calle Lucano en la que murió, rodeado del cariño de tanta gente.

Ahora Prolibertas , Cáritas , Cruz Roja y las organizaciones que luchan por atender a las personas sin hogar esperan una avalancha de gente que en invierno lleve mantas a quienes duerman en la calle, sirva platos en el comedor, vaya de cajero en cajero preguntando qué necesitan y pague cenas para dormir con el estómago lleno. Ya que no está Lolo, tendrán que preocuparse por los que viven como él.

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