EL NORTE DEL SUR
Un lugar hacia ninguna parte
Entre los muros de pasillos mínimos con la cal ajada de las callejas habita una parte sustancial de esta ciudad
![Turistas en una calleja de Córdoba](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2018/10/13/s/callejas-articulo-rafa-kRzG--1248x698@abc.jpg)
Quizás no haya una metáfora que retrate mejor esta ciudad: las callejas , esos sitios estrechos, sugerentes, menesterosos, sepias, de otro tiempo que llevan a ninguna parte , ese destino tan codiciado, y de los que tan orgullosos nos sentimos y con motivo. Córdoba, ahí donde la vemos, ahí donde la vivimos y ahí donde la sufrimos, nunca deja de sorprendente: por mucho que creas que la conoces puedes verte dichosamente perdido en un momento a pesar de que vas caminando por lugares con los que piensas que estás muy familiarizado. ¿ Quién sabía dónde estaba la calleja Grajea , por ejemplo, hasta que hace dos o tres semanas el propietario de la Casa de las Cabezas, Manuel Ramos , presentó allí el festival que rinde tributo este puente a las calles-barrera, como él, que es alma de la iniciativa, las denomina? El otro día, husmeando en la huella urbana medieval para escribir un reportaje, tardé no menos de cinco minutos en encontrar la calle de la Feria enredado en el dédalo que delimitan San Fernando y Rey Heredia, y un rato antes entré por la embocadura de la torre de San Andrés con la certeza que a los pocos pasos iba a tener que darme la vuelta porque aquello no iba a tener salida y cuando me di cuenta estaba casi en Regina . Qué sensación tan feliz la de saberte perdido en tu propia ciudad .
Las callejas: qué nombres tan admirables y tan redondos y tan rotundos que tienen para decirlo todo al tiempo que ocultan, coquetas y reservadas que son, lo que enseñan con esa discreción tan suya. Tan nuestra. Malpensada , Toril , Rincones del Oro , Rastrera , De los ciegos , Nacimiento , Revueltas de Santiago . Que los guardianes de la memoria intenten cambiarles el rótulo, que la gente va a seguir llamándolas igual. Que se atrevan con ellas los popes de los planes de ordenación urbana, que allí van a continuar como un sano salvavidas de la prisa y del agobio , como islas desiertas esperando a sus robinsones para acunar su soledad y mecerlos y hasta dormirlos y sanarlos con el oleaje calmo de sus silencios. Que truenen las avenidas del tráfico , de las urgencias y de la simulación, que enfermen todas y que se consuman en el fuego fatuo del ruido y de las apariencias, que pasarán los siglos, como han pasado desde que alguien las ideó, y ahí estarán ellas, las callejas de siempre, oferentes para la charla sosegada , para la pausa merecida y para el ensimismamiento nutritivo.
¿Que Córdoba es a veces un pueblo? Sí. Y qué pasa. Suerte que tenemos. Tan pronto está uno con el alma extraviada en Cruz Conde o en Gran Capitán como busca el recogimiento terapéutico en la calleja De los Apartados . Ahí adentro, entre los muros de pasillos mínimos con la cal ajada y ennegrecida por los días que caen del cielo como el plomo, habita una parte sustancial de esta ciudad: las conversaciones de los círculos viciosos , el soliloquio que taladra la conciencia, la tregua siempre aplazada. Es casi medianoche y camino de nuevo, al final del día, a un paso de la torre de San Andrés. Un farol mustio y triste marca la senda que va a dar a una calleja recién hallada: ahora ya sé que lo que indica esa luz humilde del barrio cansado y por fin en paz es la dirección hacia una ciudad desconocida que siempre dan ganas de descubrir .