Sociedad

Relatos del infierno de vivir entre los okupas de Lucena

Los vecinos de la calle Mediabarballevan tres años con tres edificios okupados en diez metros

Vecinos frente al número 110 de la calle Mediabarba de Lucena J. M. G.

J. M. G.

El fenómeno de la okupación esconde causas diversas pero con un denominador común: la sensación de desprotección absoluta de los propietarios usurpados. En Andalucía hay más de 5.000 inmuebles okupados, según un informe del Grupo VPS, especializado en instalación de sistemas ‘antiokupas’. Son propiedad de bancos o fondos de inversión , pero otros muchos lo son de particulares que, un buen día, ven su propiedad enajenada por la fuerza y en el horizonte una batalla judicial incierta.

Tras algunas de estas actuaciones se esconden mafias que abren los inmuebles para después arrendarlos por un ‘módico’ precio. Hay ya aplicaciones móviles de venta. A los problemas para los propietarios se suman los que se generan en la convivencia con el resto del vecindario . Y esta es la situación que vive la calle Mediabarba de Lucena . En abril de 2018 comenzó para los vecinos un calvario. Tres edificios okupados en apenas diez metros lineales de calle.

Juan Guardeño es el dueño de uno de esos inmuebles, hoy recuperado, y de una panadería. «Se metieron en la casa m ás de 40, todos rumanos », asegura. Ha llegado a ver cómo uno de ellos amenazaba a su hijo con « darle un tiro con una pistola, que más tarde se comprobó que tenía bajo un colchón». O a él mismo con destrozar su negocio. Como medida de seguridad ha tapiado las ventanas traseras de su establecimiento, colindante con el patio de una de las casas okupadas.

De forma simultánea, otro edificio, propiedad de un banco tras los problemas financieros de la promotora, fue usurpado en su totalidad: nueve pisos . Poco a poco la entidad logró el desalojo. «El último se llevó más de 6.000 euros a cambio de marcharse», afirma una de las vecinas. Hoy el banco ha iniciado la venta, aunque ‘la fama’ de esta calle lucentina, epicentro desde hace dos años del fenómeno okupa, no ayuda.

La convivencia es difícil; los vecinos impidieron otra okupación que pudo terminar mal la semana pasada

Y es que la okupación tiene también un efecto colateral: la devaluación de los inmuebles situados en la zona. «Este era un barrio tranquilo, estupendo, hasta que llegó esta gente y se cargó la convivencia vecinal y el valor de nuestras propiedades», dice Carmen Cuenca, que regenta un estanco colindante con una de las casas más conflictivas, y precisa que ha perdido clientes «por temor a verse con okupas».

En ese inmueble, el 110 de la calle Mediabarba, vive desde hace toda una vida Rafael. Tiene 84 años y el coraje de denunciar la permanente situación de acoso, amenazas e insultos a los que se ha visto sometido por los okupantes de hasta cuatro de las cinco humildes viviendas del edificio, situadas en torno a un minúsculo patio de vecinos.

«¿Qué cómo vivo? Mal, con miedo , amenazado de muerte, escondido tras la puerta de mi casa», asegura. Nadie le ha ayudado. «Hasta en el juzgado se portaron mal conmigo», afirma. Allí le llevó la imposibilidad de hacer frente a una deuda de más de 600 euros con Endesa como consecuencia del enganche ilegal a su red eléctrica por parte de ‘sus vecinos’. A la entrada del edificio es visible el peligro que suponen unos contadores manipulados por los enganches ilegales.

Policía y técnicos de Endesa y Aguas de Lucena han acudido varias veces a cortar agua y luz a los okupas. «En menos de una hora estaban enganchados de nuevo», asevera Juan Guardeño, para quien todo ello le conlleva también perjuicios económicos a su negocio, bajo constantes cortes de agua.

Pero lo peor es la sensación permanente de inseguridad. Desde que comenzó el asedio a los pisos, la calle Mediabarba se ha convertido en escenario de trifulcas y operativos policiales . Según Guardeño, «por mucho que se cuente, es peor vivirlo, esto se han convertido en el escenario de una de esas películas sobre el Bronx ». Carmen asiente y cuenta que en los dos últimos años han vivido «amenazas al vecindario, trifulcas entre ellos mismos, juergas inacabables y agresiones con arma blanca». A ello hay que sumar varios operativos para detener a miembros de algunas de las familias okupas reclamados por su participación en distintos delitos.

Hastiados de esta situación, convencidos tras dos años de lucha de que «la ley desprotege a los propietarios y no atiende las necesidades de los vecinos», la semana pasada se produjo el enésimo altercado que pudo acabar en un problema más serio cuando varios vecinos impidieron el intento de otra familia de entrar ilegalmente en una vivienda que unos días antes había dejado otra okupa. Ante el cariz que tomaba el enfrentamiento, media docena de vehículos policiales y numerosos efectivos tomaron la calle para devolver al vecindario un sosiego del que carecen amén de setnirse abandonados por todos.

Y lo peor es que no son los únicos y el fenómeno okupa se extiende por otros muchos puntos de Lucena, como lo demuestra la media docena de intervenciones policiales en los últimos tres meses para evitar más entradas ilegales .

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