CULTURA
Lorenzo Silva: «La historia ha avanzado en el sentido que defendían los comuneros»
El escritor presenta este jueves 14 de octubre en el Foro Cutural de ABC su nueva novela 'Castellano'
Lorenzo Silva (Getafe, 1966) ha reunido a una amplia familia de lectores en torno a una obra donde brilla n ‘La flaqueza del bolchevique’ y la saga de novela negra que protagonizan l os guardias civiles Bevilacqua y Chamorro . El jueves a las 20.00 horas en el Real Círculo de la Amistad hablará con José Calvo Poyato sobre ‘Castellano’, publicada por Destino, la obra en que se mete en la piel de los comuneros, sus motivaciones y su espíritu.
«Castilla miserable, ayer dominadora», dijo Antonio Machado. ¿Quizá el momento en que empieza a dejar de ser dominadora es la derrota de los comuneros?
Tengo muchas dudas de que Castilla haya dominado algo desde abril de 1521. Más bien ha servido como instrumento de una entidad mayor: primero el imperio de los Habsburgo , que se convirtió en el imperio español y en la monarquía hispánica. Pero Castilla ha dominado poco. Había castellanos en los consejos del rey y en la administración imperial, pero también había vizcaínos. Cuando ya se pone la capital en Madrid, es el centro de poder, pero ni mucho menos gobierna para Castilla: gobierna más bien para otros. Han sido otras regiones las que han influido con mucha más eficacia que Castilla en esa corte y en esa capital madrileña. Castilla ha sufrido pobreza, abandono, despoblamiento. La opción de los castellanos era emigrar a otros lugares de España o a América . No han sido nunca dominadores.
Hoy casi parece imposible que esa tierra, por otra parte hermosa, fuera dominadora e influyente.
Y más cosas: en el siglo XVI era sin ninguna duda era el reino más poderoso de Europa. De todo lo que heredó Carlos V , gracias a la habilísima política matrimonial de su abuelo Maximiliano , era con mucha diferencia era el reino más poderoso, el más rico, el más potente en cuanto a su poderío naval y militar. Acababa de descubrir América y ya la estaba conquistando. Tenía además una fuerza intelectual desbordante. Tenía l a Universidad de Salamanca y estaba recogiendo los frutos de la Reconquista . Es una paradoja que un reino que está en su apogeo absoluto, por ser heredado por un señor que tiene otro proyecto personal cae inmediatamente a esa posición subalterna, de subordinación y vasallaje al vencedor, que aplasta la revuelta de los comuneros. Es evidente que Castilla no sólo había alcanzado ese desarrollo, sino que además lo había alcanzado como decían los castellanos de entonces «ganándose a sí misma». Eso fue también lo que impulsó la rebelión. Ante el impuesto que quería poner Carlos V decían que no podían pagar las aventuras o los gastos de otros reinos «como si fuéramos vasallos, porque no lo somos. No hemos sido bautizados por nadie, nos hemos bautizado a nosotros mismos».
¿Qué sentimientos mueven a los comuneros para rebelarse?
Los comuneros son muchos y hay motivaciones muy distintas. Algunas podrían pasar por el resentimiento o por el rencor. Pedro Girón es el único miembro de la alta nobleza que se une a la sublevación y el problema que tenía era que quería ser reconocido Duque de Medina Sidonia y no lo conseguía. En el otro extremo está el caso de Juan de Padilla o su mujer, que tienen muchísimo que perder. El impuesto que se está estableciendo, que es un impuesto directo, no les perjudica porque son nobles y están exentos. Es más, incluso luchan por algunos privilegios de la ciudad de Toledo que van contra sus propios intereses personales, porque tanto Padilla como su mujer tienen una participación en la recaudación tributaria. Y sin embargo piden algo que supondría disiminuir sus recursos.
No actuaban por interés.
Esa objeción de que los comuneros buscaban intereses personales u obraban por resentimiento, aunque las motivaciones de los seres humanos son complejas, es muy discutible. Lo que explica es la gran transversalidad del movimiento, donde está la gente del común, la pequeña y mediana burguesía urbana (no la gran burguesía, que está con el emperador), la burocracia municipal , el bajo clero y también algún obispo, los juristas de Valladolid , los teólogos de Salamanca . Hay intereses muy diversos y posiciones sociales contrapuestas que hacen ver una base profunda de reclamación de dignidad, libertad y justicia.
Castilla, un reino en su apogeo absoluto, al ser heredada por otro señor cae a una posición subalterna
¿Se puede pensar cómo habría sido la situación si la reina Juana se hubiese sumado y hubiese encabezado la revuelta?
Estamos un poco lejos, a 500 años de distancia. Pero alguien que estaba allí, que era el cardenal Adriano de Utrecht , el virrey que dejó Carlos V para que le goberanara el reino cuando se fue, le escribió a su señor que si su madre, la reina, se hubiera avenido a firmar los decretos que le firmaban los comuneros, habría perdido el rey. Conocía la situación mejor que lo que podamos juzgar ahora. Al final es una hermosa y triste paradoja, que Carlos V le debiera conservar el reino y por lo tanto poder forjar su imperio a esa madre despreciada por todos, recluida y tan maltratada, a la que tan poco quiso y cuidó.
¿Por qué nos gustan más las historias de derrotas, como la de los comuneros, que las de vencedores?
En este caso diría que es una derrota ambivalente. Es militar, pero los comuneros tenían un discurso político, ético y jurídico mucho más sólido y solvente que el del emperador . De hecho la historia ha avanzado en el sentido que propugnaban: que prevalezcan los intereses nacionales sobre los del capricho del soberano. Las teorías sobre los límites del poder, que construyen los teólogos de Salamanca y que desarrolla poco después uno de ellos, Francisco de Vitoria , acaban conformando el pensamiento político moderno. Sin embargo el pensamiento político de Carlos V hoy nos parece una antigualla en el sentido patrimonial de la cosa pública dirigida por un césar, que es el que sabe lo que nos conviene a todos.
Un triunfo, al final.
Los comuneros son unos derrotados en su momento que acaban obteniendo un triunfo moral con el paso de los siglos. Acaban impregnando el edificio político español: la doctrina política de los comuneros acaba en las Cortes de Cádiz, y de ahí pasa al liberalismo español del XIX y de ahí al republicanismo , y de ahí a la Constitución de 1931 y de ahí a la de 1978. Yo diría que para bien, porque promueve la dignidad del sometido al poder y el control del poder.
¿Cómo se enfrenta el escritor a una historia cuyo final se conoce?
Yo, que escribo historias de intriga, también he aprendido a no sobrevalorar la intriga, porque a veces está sobrevalorada. Creo que somos capaces de apegarnos a una historia por más razones que la resolución de un acertijo. Uno tiene que pensar que su lector no es rudimentario, que se le puede motivar muchas maneras, no escondéndole una trampa al final del camino. En este caso, como hago también en historias que son de intriga, lo que intento es buscar esos momentos de especial intensidad y emoción , porque uno siente que encierra el significado de la historia.
¿Cuáles, por ejemplo?
El momento en el que los capitanes de las comunidades se plantan delante de la que ellos consideran que es la reina legítima y la invitan a enfrentarse a su hijo. Es uno de esos momentos en que, aunque sepamos cómo termina la historia, hay que tomarse el cuidado de narrarla bien. O cuando uno de los que le salvan el trono a Carlos V, probablemente el más inteligente de los gobernadores, el almirante de Castilla, se enfrenta con el fraile de León que viene a representar a las comunidades y que también es un tipo inteligente y duro. Sin necesidad de jugar con la intriga, en las historias hay unos espacios y unos momentos de intensidad que el narrador debe identificar y contar bien, para que capten la atención del lector y el sentido profundo de la historia. Cuando cuento una historia, me interesa acercarme a la significación profunda, que en muchos casos, si la historia es buena, es misteriosa y no terminas de agotarla. Ahí está el valor de narrar algo.
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