SOCIEDAD

La llegada de «menas» a Córdoba se triplica en los últimos cuatro años

Los centros de la provincia acogieron en 2018 a 103 menores migrantes, un 1,3 por ciento del total de Andalucía

Menores rescatados en la costa andaluza en una imagen de archivo EFE

Irene Contreras

Los 12 centros, concertados y propios, en los que la Junta de Andalucía da atención residencial a menores extranjeros no acompañados -conocidos por sus siglas como « menas »- recibieron a un total de 103 niños o adolescentes inmigrantes en 2018. La cifra casi triplica la que se registraba cuatro años antes, en 2015, cuando ingresaron en centros de estas características 37 menores.

La evolución es llamativa pero queda muy lejos de la que registra el conjunto de Andalucía. A la región llegaron el año pasado nueve veces más menores que en 2015, pasando de los 891 de entonces a los 7.783 que registró la Junta de Andalucía al cierre del último ejercicio. De los datos de la Dirección General de Infancia y Conciliación relativos a los ingresos de menores migrantes en centros de toda la comunidad autónoma se extrae que la presencia de menas en Córdoba es residual en comparación con otras provincias. El centenar de menores que ingresaron en centros de Córdoba representa poco más del 1 por ciento del total .

Estos números hacen referencia a los niños y adolescentes que ingresaron en centros de atención residencial, pero no al número de ellos que permanecían internados a final del año. No todos acabaron 2018 bajo el paraguas protector de la Administración autonómica. Apenas 2.290 seguían atendidos al cierre del ejercicio, bien por abandono voluntario -la gran mayoría, un 73,5 por ciento-, por haber cumplido la mayoría de edad o por reunificación familiar . El último caso solo representa el 3,5 por ciento del total. Así lo ponen de manifiesto los datos del último informe del Defensor del Menor , que cifra en 9.149 las atenciones registradas en el total de Andalucía por el Sistema de Protección de Menores, 333 en Córdoba. La cifra contrasta con la que el Observatorio de la Infancia de Andalucía certificaba en el año 2008 atendiendo a datos de Igualdad. Entonces fueron 900 en toda Andalucía.

De las 194 plazas de atención residencial que tiene la Junta en Córdoba, 114 están ocupadas por menores extranjeros

Según la Consejería, Córdoba cuenta en la actualidad con un total de 194 plazas de atención residencial de las que 114 están ocupadas por menores extranjeros no acompañados . Se distribuyen en nueve centros concertados, tres propios y un dispositivo de inserción social y laboral para estos adolescentes. Cruz Roja, Córdoba Acoge, Emet-Fundación Arcoiris, Adsman, la Fundación Don Bosco y la asociación Nuevo Futuro son aliados con los que la Junta cuenta para ofrecerles atención. « Estamos llenos, pero no desbordados . Córdoba no está al nivel de otras provincias como Cádiz o Granada, que son puerta de entrada de los migrantes que llegan en patera», explica Abderrahim Hamlich , mediador intercultural de la Delegación de Igualdad en Córdoba, que trabaja diariamente con estos chicos que llegan a España «con la expectativa de encontrarse un mundo maravilloso de oportunidades». Lo hacen, explica, tras embarcarse en peligrosas travesías por el Estrecho o en los bajos de los camiones y normalmente en connivencia con sus familias, que se despiden de sus hijos con la certeza de que en España, el país de los millonarios fichajes del fútbol profesional, podrán optar a la vida próspera que se les niega en su tierra.

Perfil: adolescente, hombre y magrebí

De los datos aportados por la Junta de Andalucía se extrae que más del 90 por ciento de los menas son adolescentes de entre 15 y 18 años . Los menores de 15 solo representan el 8,6 por ciento del total. El país de procedencia más habitual es Marruecos (62,5 por ciento del total), seguido de Guinea y Mali y otros países como Costa de Marfil, Argelia, Gambia, Camerún, Senegal o Ghana. La inmensa mayoría, en torno al 95 por ciento, son chicos . En 2018 llegaron a Córdoba siete niñas frente a 96 niños.

Hamlich explica que cuando un menor extranjero no acompañado llega al centro es recibido por los mediadores, que se encargan de garantizar que el chico esté bien y que su familia esté al tanto de dónde se encuentra. Se le informa después de sus derechos y obligaciones , entre ellas, las normas del centro que se va a convertir en su hogar hasta que cumpla la mayoría de edad. Entonces empieza una fase de adaptación que tiene entre sus objetivos más inmediatos el aprendizaje del idioma. «Durante ese tiempo no salen solos a la calle . Los educadores se encargan de que su adaptación sea paulatina», afirma el mediador.

Tras el periodo de adaptación y aprendizaje del idioma obtienen cierta independencia, con un horario y obligaciones

Superada esta primera fase logran cierta independencia , la misma que tendría cualquier niño o niña de su edad. «Tienen un horario, colaboran en las tareas de casa, pueden salir y van al colegio. Intentamos que lleven la misma vida que el resto, aunque por muy bueno que sea el centro nunca va a ser como un núcleo familiar», admite. El triunfo de la asistencia que se les presta se refleja en que los intentos de fuga , afirma, son pocos y muy esporádicos. Todo ello a pesar de que los adolescentes tardan muy poco en darse cuenta de que la realidad de Andalucía no es la que les habían pintado. «Ellos tienen la idea de que a solo unos kilómetros de su casa hay un paraíso laboral . Vienen a trabajar, a ganar dinero para su familia, pero como están en edad de escolarización tienen que ir al colegio», afirma.

Durante los meses o años que estos menores pasan en el centro, el personal trata de darles los medios para poder desenvolverse solos. Sin embargo, el técnico de la Junta reconoce que los recursos se quedan cortos. «A veces llegan chavales de 17 años y medio, y en seis meses es imposible prepararles para un mundo complicado», afirma. Fuera de los centros, la ayuda es limitada. «Tocamos la puerta en todas las entidades que pueden dar acogida y ayuda, en esta y otras provincias. Pero últimamente están saturadas», lamenta. Al cumplir los 18, los menas dejan de ser menas y por tanto de estar bajo la tutela de la administración, pero Hamlich recuerda que la mayoría de edad no es más que una etiqueta legal que nada tiene que ver con la madurez de la persona. «En el fondo son niños en una situación delicada », defiende.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación