Cultura

Leyendas, afrodisíacos y enfermedades: Manuel García Parody relata cómo murieron los reyes

El profesor cordobés publica 'Muertes regias', con las vidas y óbitos de los monarcas españoles

Manuel García Parody, en la Posada del Potro de Córdoba Roldán Serrano
Luis Miranda

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Para hablar de su libro ‘Muertes regias . Cómo murieron los reyes de España’, el historiador cordobés Manuel García Parody recurre a un cuadro de 1875, en que Eduardo Rosales idealiza el último aliento de Isabel la Católica en un lecho que rodean, entre otros personajes su hija Juana y el cardenal Cisneros.

Aquel 26 de noviembre de 1504, una estaba en Flandes y otro en Alcalá de Henares, «pero da igual, porque así es como deben morir los reyes». Él se ha dedicado a buscar muertes «que bien podrían haber sido las de sus más humildes súbditos » en este libro, que publica la editorial Almuzara y que recoge además la vida y la aportación de cada uno.

Manuel García Parody, catedrático de Historia jubilado, se remonta en su libro a los reyes godos y cuenta la historia de Wamba y Witiza, pero sobre todo de Don Rodrigo , del que recuerda que fue cordobés y que se le dio por muerto tras desaparecer en la batalla del Guadalete.

El cuadro 'Isabel la Católica dictando su testamento', de Eduardo Rosales ABC

‘Muertes regias’ es un libro veteado de humor en que se habla, por ejemplo, de las leyendas de la muerte del último monarca godo. Una de ellas tiene que ver con la Mesa de Salomón , que Hércules habría dejado en Toledo con signos cabalítisticos en que estaba escrito todo el saber del Universo, «una especie de google de los siglos más oscurso del medievo».

No elude tampoco las leyendas que dicen que sobrevivió, que se marchó a Portugal o que terminó de ermitaño . «De los 33 reyes godos, 17 murieron asesinados», explica el autor, que recuerda también que violento fue el final de nueve califas del siglo XI.

'Muertes regias' nació en pleno confinamiento, para entretenerse, y ha terminado en libro. «He intentado que en torno a la muerte de cada rey sitúe el contexto de cómo está la situación del reino, y he procurado acabar con muchos clichés preconcebidos », afirma.

Habla Manuel García Parody del asesinato en el siglo XI del rey Sancho II , «cuando iba a hacer sus necesidades», y de cómo lo contaron los cantares, pero también se van hasta los monarcas de Aragón para hablar de Pedro II, que cayó combatiendo a los cruzados, o de las reinas de Navarra .

El Emplazado

Las hay rodeadas de enigmas, como la de Fernando IV , que acusó de la muerte de uno de sus hombres de confianza a dos caballeros de la Orden de Calatrava. No había pruebas, pero los condenó a la pena capital con una ejecución terrible. Y antes de que los despeñaran en una jaula con pinchos, cuenta Manuel García Parody, ellos pusieron por testigo a Dios de que eran inocentes y le emplazaban a comparecer ante el tribunal divino.

El libro, veteado de humor, no elude que Felipe El Hermoso pudo morir envenenado y no por un enfriamiento

«Allí te esperamos en un mes», dijeron. Era el 7 de agosto de 1312 y el rey murió el 5 de septiembre. La historia le valió a Fernando IV el nombre de ‘El Emplazado’, pero los historiadores hoy la ponen en duda y Manuel García Parody recopila algunas leyendas parecidas .

Al referirse a Felipe El Hermoso , marido de Juana de Castilla, no elude las teorías que piensan que su muerte tras hacer deporte no se debió a una neumonía por un vaso de agua muy fría, sino a un envenenamiento . «En estos caso hay que preguntarse a quién beneficiaba a su muerte, y era a su suegro», aventura.

Monasterio de Yuste, en la comarca cacereña de la Vera, donde se retiró y murió Carlos V ABC

Su suegro, Fernando El Católico , también pudo acabar sus días por culpa de la ingesta de afrodisíacos, que tomaba desde 1513 con la intención de tener un hijo que hubiera heredado la corona de Aragón. Carlos V murió en el monasterio de Yuste tras la picadura de un mosquito que le contagió el paludismo.

Las enfermedades mentales marcaron a Felipe V , que en sus últimos años fue muy contrario a a la higiene, y Fernando VI, que incluso intentó suicidarse, son el final de un libro en el que Manuel García Parody quiere que sus lectores «reflexionen y saquen conclusiones ».

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