José Javier Amoros - Pasar el rato
Lenguaje municipal
El acuerdo del «tripartito» es un catálogo de propósitos difícilmente realizables porque son ininteligibles
El director de este periódico, Francisco J.Poyato, propuso hace dos domingos, como un pasatiempo, la lectura del programa conjunto de los tres partidos que gobiernan Córdoba. Me parece un hombre de fiar, y le hice caso. Todavía me despierto gritando algunas noches. Tal como ve uno las cosas, el peligro no está en el contenido, sino en la forma, ya que la forma es el fondo en el lenguaje. Se trata de un catálogo de propósitos difícilmente realizables, porque resultan ininteligibles. El optimismo ideológico está sofocado por una sintaxis afectada, preciosista hasta el ridículo, un texto escrito entre apretones de cursilería. «Me gusta, nos ha quedado muy bien, camaradas. Pero ¿qué hemos querido decir?».
Pensamos con palabras. La lengua construye y conduce el pensamiento, y si se habla o se escribe mal, se piensa peor. «El que sabe y no se explica claramente, es igual que si no pensara», decía Pericles en su discurso fúnebre, hace dos mil quinientos años. Nuestros jefes y educadores saben y piensan, no hay duda, pero escriben como si no pensaran. La mera lectura del programa no permite formarse una idea cabal de su amor por Córdoba. En él aparece la bienamada como una ciudad de ciudades, un ideal de convivencia para Occidente. Hasta media docena de modelos de ciudad, y alguno que se le habrá escapado al articulista, recoge el texto: Córdoba, «ciudad por la vivienda digna y contra los desahucios», «ciudad compacta», «ciudad consolidada», «ciudad integradora», «ciudad educadora», «ciudad de la solidaridad». Para los próximos años, porque confiamos en que se eternicen en el gobierno municipal con propuestas tan ilusionantes, quedarán la «ciudad sin cementeras», «ciudad de las terrazas de verano» o «ciudad libre de ‘pienso de que’, ‘yo diría’ y ‘a nivel de calle’», la más estimulante de todas.
El punto G, que el director glosó oportunamente, deja perplejo al lector: «Potenciar las medidas en defensa de las libertades afectivo-sexuales y lucha contra el heteropatriarcado…». ¿Qué cosa son las libertades afectivo-sexuales y cuántas hay? ¿En qué consiste su ejercicio? ¿Podríamos definirlas como «experiencias de amancebamiento a voluntad para hacer amigos, en un contexto convivencial de simpatía»? Le parece a uno que incluir «contexto convivencial» en la fórmula le da a la sintaxis un toque de modernidad y progreso. En cuanto a «heteropatriarcado», se trata de un neologismo inútil. Ni aporta ni embellece. Ni se entiende. «Hetero-» es un prefijo que viene del griego, y significa «otro», «distinto». Lo que el redactor pretende se explicaría mejor posponiendo el adjetivo coloquial «hetero», que la última edición del Diccionario de la Lengua admite con el sentido de heterosexual, al sustantivo «patriarcado». Para la reencarnación dejamos «alternativa habitacional» y otras alegrías del lenguaje municipal. A uno le consuela leer que el Ayuntamiento «garantiza un envejecimiento activo y saludable» a los ciudadanos de quienes el tiempo va huyendo con más rapidez. Debe de ser cosa del Cristo de marfil, que no es rencoroso.
Mientras esto sucede en la capital, el Hospital Infanta Margarita,de Cabra se propone emplear la música como terapia para tratar la ansiedad de sus pacientes. Eso es lo que le falta al texto comentado: música. La música que llevan las palabras, y por eso hay que elegirlas y ordenarlas con el mismo cuidado con que se eligen y ordenan las notas de una sinfonía. Cabra, moderna y musical, un ejemplo.