EL NORTE DEL SUR

Kalle Kruz Konde

El callejero tiene toda la traza de convertirse en un jeroglífico: ahora cada zancada encerrará un acertijo

Rótulo con la denominación de la céntrica avenida peatonal VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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Que se vaya preparando el navegador de Google. Que Córdoba está a punto de empezar a volverlo loco. Aquí no va a haber quien quede con nadie ni quien sea capaz de recoger un pedido en una tienda del Centro sin hacerse un lío mayúsculo. La cosa se pone divertida. El callejero tiene toda la traza de convertirse en un jeroglífico en menos de nada. Caminar a tu aire sabiendo por dónde pones el pie o por dónde te pierdes tiene los días contados: ahora cada zancada encerrará un acertijo. Que te crees tú que vas a pasear por Cruz Conde así como si nada. La están borrando del mapa. Kardo Máximo —así, con k— la quieren llamar. Eso dice la propuesta del Consejo de Movimiento Ciudadano que está ya en posesión del Ayuntamiento. Es de esperar que la alcaldesa despliegue una campaña informativa de alcance para evitar el colapso ciudadano, el retraso en la hora de llegada a los puestos de trabajo, el desnorte de los turistas, el coste de la actualización de los sistemas domésticos de geolocalización, el estrés al que se verán sometidos los profesionales del reparto a domicilio y los conductores del transporte público. A ver cómo resume el teléfono móvil, por ejemplo, el nombre de Subh umm Walad, que es una de las opciones para eliminar a Conde de Vallelllano del nomenclátor. Nunca pensamos que las soluciones creativas, como el cogobierno anunció en el arranque de su revisión de los topónimos, iban a dar para tanto.

La Córdoba que conocemos es la de ayer. Ahora, usted se va a levantar y se va a tomar un café no en Cruz Conde sino en Foro Romano o en Kardo Máximo, o en su defecto en 4 de diciembre o en Teresa López —como se llamaba la Chiquita Piconera— o en Comercio, opción esta última que supone un alarde de imaginación y de creatividad de los redactores de la propuesta. Si a continuación coge el autobús para visitar a su sobrino el de Cañero esté atento a las paradas, porque tendrá que apearse en la más próxima a la plaza que rinde tributo aún al rejoneador que cedió los terrenos para construir el barrio, y del que en breve no habrá ni rastro, pues en su lugar encontrará carteles con San Vicente Ferrer, Aixa o de los Turdetanos.

La cosa, con todo, podría haber sido peor a tenor de las denominaciones que el Movimiento Ciudadano barajó en sus deliberaciones pero que finalmente han quedado excluidas de la lista definitiva que la corporación municipal ha de validar aún. Así que nos hemos librado de tener que mandar al chiquillo a que recoja un recado en la calle Corto Maltés y que, de regreso, haga una parada breve en la avenida de Enrique Líster, paralela a Buenaventura Durruti, para comprar las cosas que faltan para el perol del domingo. O de dar vueltas sobre vueltas en John Ford esquina con John Huston, justo al lado la vía que iba a homenajear a John Wayne, ese icono no del «far-west» sino de la cultura popular cordobesa como todo el mundo sabe. Nos hemos librado también de tener que decirle al taxista que nos lleve al número 5 de Manuel Gutiérrez Mellado o a la plaza de las Fuerzas Armadas. Qué alivio para los fanáticos del revisionismo histórico.

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