Francisco Poyato - PRETÉRITO IMPERFECTO
Justicia o calle
Los jueces del aberrante caso de La Manada tardaron cinco meses en dictar sentencia; la calle, apenas una tarde
![Escrache al ministro de Justicia en su visita a Córdoba por la sentencia de La Manada](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2018/04/29/s/opinion-paco-poyato-kJOE--1240x698@abc.jpg)
Los jueces de la Audiencia Provincial de Navarra han tardado cinco meses en dictar sentencia sobre las atroces fechorías de La Manada contra una chica madrileña de dieciocho años. La calle tardó una tarde al son del cornetín tuitero en hacer lo propio. Unos lo explican en trescientos folios. Otros, en una sola y escueta frase: «Es violación» , apostillada por la negativa ya famosa en la jerga del líder de la oposición, el socialista Pedro Sánchez: «No es no». Los tres magistrados de la Sección Segunda de la instancia superior pamplonesa (así como las diferentes partes) han accedido a todos los testimonios, pruebas periciales , vídeos e informes que han engrosado el extenso sumario y las diligencias previas policiales de este aberrante caso. La calle se ha alimentado de primeros flashes informativos con el nudo gordiano de la noticia, recuerdos de lo contado (y mal contado o deformado) desde el día de autos y un ajuar de ideas muy prefijadas en los últimos tiempos sobre el problema de la igualdad y el acoso machista que vivimos en este país. Resonando, aún, los ecos de una exitosa y necesaria reivindicación el pasado 8-M en las calles españolas en defensa de la mujer .
Para los tres togados ha habido sobre la mesa un vasto instrumental legal, jurisprudencial y de técnica procesal. A la opinión pública le basta el sentido común o la supuesta idea de justicia que todos llevamos dentro envuelta en nuestras vísceras y experiencias personales. Prejuicios aparte. El Código Penal aplicado se aprobó en 1995, cuando era aún ministro de Justicia el socialista Juan Alberto Belloch. La interpretación de los hechos probados frente a las tipificaciones del citado código forman parte de la técnica y el oficio de unos jueces que han tirado también de jurisprudencia . Como las vías de recurso posteriores a este primer pronunciamiento condenatorio. Y en este terreno están las líneas delgadas y difusas que pueden generar sorpresa, arrebato, indignación, crítica o un aséptico enjuiciamiento . Intimidación o no de cinco bestias fornidas y con un claro objetivo en un lugar cerrado a cal y canto frente a una chica de dieciocho años embriagada y en estado de shock, acorralada ante semejante encerrona... Violencia, consentimiento o no, coacción ...
No se trata de entrar ni en los detalles del escabroso relato que se desprende de la sentencia ni en un análisis jurídico sobre la manera de tipificar la causa que han tenido los jueces. No me corresponde. Ni tampoco sumarse a la fácil oleada de opinión que desde que se conoció el fallo viene asolando la actualidad informativa y que ha llegado a intimidar en plena calle al ministro de Justicia como si hubiera sido el responsable de la sentencia o el padre de algunos de estos prendas. En el empedrado no hay líneas delgadas ni zonas oscuras de interpretación. Hay cada vez más trazo grueso y poca asepsia, lo que por otro lado forma parte de lo lógico en los tiempos que vivimos. Y es aquí donde empieza a ver señales a tener en cuenta. Si el populismo se enfunda las togas, y los jueces se convierten en carne depresiva la erosión del sistema puede ser letal . Aunque los juicios paralelos siempre existan, como las sentencias que nos parecen injustas y se firman todos los días.
Si queremos legislar en caliente para aquellas situaciones favorables a nuestro postulado ideológico y no para otras que podrían merecer la misma turba callejera, arruinaremos toda garantía procesal . Y un día nos podrá tocar a cualquiera de nosotros. Si entendemos que hay que endurecer las penas, definir mejor los tipos ilícitos relacionados con el abuso y la agresión sexual, apunten al legislador en todos los casos. La ley parte de la calle y la Justicia la devuelve a ésta . Diana Quer y Marta del Castillo, entre otras, están muertas, y no merecieron una tarde de ira. En algún caso, el desprecio de quienes ahora braman por la ley del talión. ¿Justicia o calle...? Elijan .