Contramiradas
Julia Hidalgo (pintora): «Un lienzo es un campo de batalla»
Acaba de presentar en la Diputación la «Retrospectiva» pictórica de su vida, un recorrido que arranca en 1978
El estudio de pintura de Julia Hidalgo tiene todo lo que necesita un estudio de pintura. Luz, espacio, quietud y un delicioso desorden de pinceles, caballetes, paletas y lienzos. Se accede por una estrecha galería de setos y, desde una enorme cristalera del interior, se observa un refrescante jardín con piscina. En la pared de la izquierda, una larga biblioteca rebosa de libros de arte. La música clásica suena serena, pero fuerte, en el aire. Un Cristo en el Calvario reposa incrustado en una tabla de madera. Otro Resucitado se yergue sobre un soporte con ruedas. Son sus dos últimos encargos para la Iglesia de Cristo Rey , que tiene que entregar en las próximas semanas. Acaba de presentar en la Diputación la primera «Retrospectiva» pictórica de su vida, desde que en 1978 expusiera por primera vez en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid . Tenía solo 29 años. Y ya ha llovido.
¿Pintar es vivir?
Total. Es el estímulo que tengo para seguir viviendo. Y es el más importante.
¿De qué le cura un lienzo?
Del dolor. Y también me produce amor. Es lo que en la exposición he llamado entre el amor y el dolor
Acaba de exponer 37 obras de amor y dolor en la Diputación. ¿No hay término medio en el arte?
Depende del carácter del artista.
¿En el suyo no hay término medio?
Muchas veces voy de la risa al llanto. No quiere decir que sea bipolar, que está ahora tan de moda. Yo soy una persona que encajo las cosas con la máxima alegría. Porque entre el amor y el dolor hay un espacio para la alegría.
¿Por dónde supura el dolor de su obra?
Por todos mis poros.
¿Y el amor?
También.
¿Una vida cabe en 37 cuadros?
Ni muchísimo menos. Estos cuadros están pintados en muchos momentos diferentes, quizás con un denominador en común: el amor al arte. Pero la vida es mucho más que todo eso.
Usted ha dicho lo siguiente: «Cuando se murió mi marido no podía dejar de pintar».
Y pintaba sin música. Siempre he tenido música para pintar. Y me pasé un año sin música y no me di ni cuenta. ¿Usted puede creer que eso sea posible?
¿Sin música porqué?
No lo sé. No me hacía falta la música. Era todo pintar. Todo, todo, todo. Y cuando pinto me pongo música adecuada a lo que estoy pintado. Ahora me pongo mucho el Réquiem de Mozart con esta obra que estoy haciendo. Me encanta. Me entusiasma. Pero en aquellos momentos no sé por qué dejé de poner música. Era de la única manera en que me comunicaba de alguna forma con él y me sentía acompañada.
Más óleo y menos Prozac.
¡Sí! ¡Me parece fantástico! ¡Es verdad!
El óleo la curó.
Totalmente. Y las personas que tenía alrededor. Los amigos. Y los viajes.
¿El dolor es un arma creativa?
Sí. En muchos artistas se ha demostrado y además es un valor positivo.
¿Y cuál es su motor creativo: el dolor o el amor?
El dolor por obligación y el amor por diversión. Para mí es así.
¿Usted gobierna sus cuadros o sus cuadros la dominan a usted?
Yo los domino al final. Y, si no, mueren. Como me puedan los cuadros, los tapo enteros. Los raspo enteros. Los destruyo. Pero es difícil que yo no pueda con un cuadro. Los pintores somos muy subjetivos. En esa realidad que vamos persiguiendo, cuando la conseguimos, nos quedamos satisfechos.
Cuando pone el primer óleo sobre el cuadro, ¿sabe cómo va a terminar?
No. Sería muy aburrido. Pintar es una aventura maravillosa. Lo más interesante que tiene es la fortuidad, la magia. De repente, surge un espacio, un color que te invita a otro, a un trazo, a una forma, a una materia restregada. El lienzo es un campo de batalla pero, a la vez, un lugar de baile maravilloso.
¿Con qué lucha?
Con mi espátula, con la lija, con la imaginación, con la fuerza interior, con el desgarro. Se combate con muchas cosas del interior del artista y que transmites a través de tus brazos y de tus manos. Pero el impulso sale de dentro. Usas cualquier cosa. Un papel, un trapo, una espátula o una caña. Lo que quieres es rasgar, romper, acariciar, besar. Todo. Es una vida maravillosa que tenemos la suerte de vivirla.
¿Se reconoce en sus cuadros?
Me reconozco y me reconocen. Me hacen comentarios profundos, interesantes, sorprendentes.
¿Por ejemplo?
Un niño de 15 años me dio las gracias y me pidió que siguiera pintando porque a él mi pintura le había llegado de tal manera que quería que le llegase también a otros adolescentes. O un trabajador de la Diputación que me dijo que se notaba que pintaba escuchando música. Esto me llena de alegría. Yo quiero llegar a los jóvenes y a toda alma sensible.
¿Técnica o emoción?
Las dos cosas. Técnica, emoción y cabeza.
¿El arte puede cambiar el mundo?
Me gustaría.
Pero no lo cree.
Ha cambiado muchas épocas de la historia. Y, gracias a los artistas, se han ganado muchas batallas. Pero en este mundo tan difícil los artistas no estamos atendidos. Antes estaban los mecenas. Ahora estamos más abandonados.
Y más libres
Sí, pero no es solo la libertad. Tiene que haber armonía entre la libertad, la difusión y llegar a los demás.
Pepe Duarte fue su primer maestro. ¿Qué le enseñó?
Yo tendría 17 años y fue el último año en que él estuvo en Córdoba. Me enseñó amor a la profesión. Fue un gran compañero y un gran profesor.
¿Qué pintor o pintora le cambió la vida?
Clavé . Me sale a bote pronto. Y Velázquez me apasionaba porque era el mago del espacio. Inalcanzable. Pero Clavé, cuando empecé a trabajar las materias y el color, sentía que su lenguaje era más próximo a mí. L a pintura italiana ha sido una fuente de conocimiento. El color de los venecianos. La materia de la pintura clásica y barroca también me interesa mucho. Las formas de Rubens . Hay muchos pintores que admiro. Clásicos, sobre todo, aunque mi pintura no es clásica pero sí está fundamentada en un dibujo ortodoxo. El aporte de la carga matérica, el estudio de las formas más expresionistas que van llegando de una manera más directa al alma del artista. Y eso tiene que ser a través del estudio del natural de las formas. Luego hacerlas tuyas y, a través de ti, expresar lo que verdaderamente sientes. Tiene que intervenir la pasión, que implica ruptura y sufrimiento.
Su obra está en EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón, Grecia, Polonia, Portugal. ¿Dónde está su ego?
En Córdoba. En mi «Retrospectiva». Con los cordobeses. Siento que la vida se ha hecho muy corta. He sido muy feliz. Todos esos sitios donde están mis cuadros los hemos disfrutado muchísimo. Hemos ido de viaje y lo hemos pasado muy bien. Ha habido un intercambio muy estimulante. Veo que ya ha pasado mucha parte de mi vida. Pero me siento orgullosa. He trabajado muchísimo y me encuentro en un momento en que estoy plácidamente pintando, sin grandes estridencias, rodeada de amigos muy buenos, que me dan mucho cariño.
¿Qué le queda por decir?
Esta exposición es un punto de inflexión. Al analizarla en su conjunto, he visto que hay mucho de abstracción y de figuración. Tengo tanta curiosidad en saber qué pasaría si me quedara en alguno de los dos lados del hilo. A lo mejor soy capaz de hacer algo completamente diferente. Quedarme mucho más en la nada. Quiero volcar emociones, ordenarlas de alguna manera dentro de un espacio amplio. Que no se quede atormentado pero que tenga una proyección ilimitada.
¿Se siente constreñida por su estilo artístico?
Muchas veces sí. Me pongo tan exigente, a veces, que vuelvo una y otra vez al estudio para ver si he hecho algo más. Necesito liberarme.
¿Qué se lo impide?
No lo sé. Muchas veces es el encargo. Otras veces un reto que te propones y no te das cuenta de que estás obstaculizando tu propia libertad. Muchas veces persigues sueños y, cuando los estás alcanzando, te da como miedo.
He leído en internet lo siguiente: «Una de las diez pintoras contemporáneas más destacadas». ¿Lo desmiente?
Hay muchas pintoras en España maravillosas.
¿Qué me dice del C3A?
Que sigo esperando que sea un espacio maravilloso para los pintores. Que tenga una resonancia importante en la ciudad. Que nos enteremos qué se hace. Desgraciadamente, hasta ahora, no he visto el proyecto. No me ha llegado como artista. Y los artistas tenemos que estar inmersos en el proyecto. Conociéndolo, amándolo, colaborando.
¿Qué es la pintura moderna?
La pintura moderna se abre a todo. Figuración, abstracción y cantidad de lenguajes diferentes. Si los artistas tienen corazón, inteligencia y buena mano, pueden hacer lo que quieran.
También ha manifestado usted lo siguiente: «Han sido 40 años maravillosos y terribles». O sea, la vida misma.
Sí. He tenido momentos de mucha felicidad y de mucho dolor. La vida es dura. Con algunas personas mucho más. Y, cuando te despojan del amor, es cuando te sientes perdida.
El amor ha movido su vida.
Sí.
¿Y si no hubiera sido pintora?
A lo mejor hubiera sido corredora de coches de Fórmula Uno.
¿Qué me dice?
Me encanta conducir.
Y conducir rápido.
¡Sí! Pero ahora ya tengo mucho más cuidado.
Noticias relacionadas