JUICIO MANADA POZOBLANCO
Llamadas al orden, protestas y rifirrafes: todos los detalles del juicio de La Manada en Córdoba
La vista, que se ha celebrado durante cuatro días en la Ciudad de la Justicia, ha estado marcada por la tensión
Sentencia Manada Pozoblanco | Año y medio de cárcel por abusos sexuales y 16 meses por vulnerar la intimidad
En una calma tensa . Así se desarrolló el juicio del caso de presuntos abusos sexuales por parte de cuatro miembros de la Manada (condenados por la violación grupal en los Sanfermines de 2016) a una joven de 21 años en Pozoblanco dos meses antes del suceso de Pamplona. La causa, que quedó vista para sentencia, ha estado marcado por la tirantez en determinados momentos que, no obstante, el presidente de la sala, Luis Santos, supo sosegar con firmeza.
El interés mediático por esta causa, al tratarse de unos hechos presuntamente cometidos por cuatro de los cinco condenados en la polémica agresión de Pamplona, se hizo patente desde varias horas antes del inicio de la primera sesión. La Ciudad de la Justicia cordobesa ha estado «sitiada» por cámaras y micrófonos para seguir en directo la celebración de la vista.
Junto a los cuatro encausados y la víctima, uno de los protagonistas del procedimiento fue el letrado de la defensa, Agustín Martínez Becerra , quien no solo no rehuyó las preguntas de los periodistas, sino que facilitó «avances» de sus intervenciones, revelando su principal objetivo: conseguir que la principal prueba de cargo , los vídeos en los que aparecen los supuestos abusos, fueran declarados como nulos por el «ilícito» proceder en su obtención.
A lo largo de los cuatro días del juicio, Martínez Becerra demostró una convicción total en sus argumentos y un arrojo que le ha llevado a impugnar varias preguntas del fiscal, Jesús Aparicio , sobre todo, las realizadas a los testigos que recibieron los vídeos. «Una vez que han admitido no recordar esos vídeos no cabe preguntarles por sus comentarios», señaló el letrado. En todos los casos, el juez no consideró improcedentes las preguntas del Ministerio Público.
Cabe destacar su intervención entre Martínez Becerra y el agente instructor de la Policía Foral de Navarra cuando hablaban de con qué fin se rastrearon los terminales de los acusados. En el rifirafe diáléctico tuvo que intervenir Su Señoría para pedir «que bajen las espadas», además de señalar que «por lo que puedo observar ustedes ya se conocen de antes de esta vista». Ante la insistencia del letrado sobre «¿qué buscaban, cotejar miembros viriles presentes en los vídeos de la violación de Pamplona con otros anteriores?», el juez Santos pidió, en argot futbolero, «balones al suelo».
La tensión también se pudo palpar en la representante de la acusación popular ejercida por la Asociación Clara Campoamor , la letrada Patricia Catalina, quien llegó a reconocer que el tecleo de los periodistas que estaban en sala con sus portátiles la desconcentraban.
El togado Luis Santos tuvo que ejercer de juez y de árbitro en más de una ocasión durante la vista. Incluso no se mordió la lengua tras las testificales vagas de los amigos de los procesados: «Parece que hay una epidemia de amnesia», llegó a decir.
Y no fue la única intervención de este juez armado de paciencia, sino que tuvo que llamar la atención a la letrada de la acusación popular por afear la postura del fiscal al reducir la petición de pena de prisión por los abusos sexuales de 3 a 2 años a cada uno de los acusados -a lo que habría que sumar los cuatro años solicitados además por un delito contra la intimidad por grabar y difundir los vídeos de los abusos en el interior del coche-.
El juez que presisía la sala tuvo que instar a la abogada a «si usted tiene algo que aclarar con el representante del Ministerio Público ruego que no lo haga en esta sala ; que salgan a la calle y hablen».
Otras frases que provocaron alguna que otra risa en la sala las espetó el abogado de la Manada cuando le recordó a la abogada de la Asociación Clara Campoamor que «los Reyes son los padres» , refiriéndose a que debería haber fundamentado más sus conclusiones finales, al calificar los hechos como agresión sexual sin una base probatoria.
Los cuatro acusados también se llevaron algún que otro toque de atención por parte del juez. Santos tuvo que parar uno de los interrogatorios ante los cuchicheos, risas y gestos de los inculpados: «Veo que les hace mucha gracia lo que se está planteando en la sala», les increpó el magistrado.
En cuanto a la víctima, su anonimato se ha respetado durante el transcurso de la causa y no se ha filtrado ninguna imagen suya, como sí sucedió en el caso de la violación de Pamplona. La joven compareció el segundo día de la vista detrás de un biombo y, según apuntó su representante legal, el abogado Blas Arévalo, ratificó su declaración previa de forma «clara y contundente». La joven señaló que no recordaba lo que había sucedido en el coche de los procesados, pero que sabía que algo había pasado.