Mario Flores - EL DEDO EN EL OJO

Juego de niños

En Andalucía llevamos padeciendo la mala política desde hace décadas y aún nos queda tiempo para sufrirla

LO peor de la mala política (patrimonio exclusivo de los malos políticos) es que pretenda hacer pasar por excelencia lo que no es más que «casquería de gestión». En Andalucía llevamos padeciendo la mala política desde hace décadas y, a tenor del régimen atornillado que se ha hecho fuerte en el sur de España, aún nos queda tiempo por padecerla. Coja usted cualquier índice económico o social y aplíquelo a Andalucía: encontrará los registros más enclenques, esos que harían ruborizar a cualquiera. A cualquiera menos a la Junta de Andalucía. Casi cuarenta años en el gobierno regional parecen no ser suficientes para haber resuelto uno de los mayores problemas que aqueja a esta tierra y que no es otro que el del paro. Aunque a lo mejor es que no somos suficientemente pacientes y debemos esperar otros cuarenta años más para que empiecen a enmendar lo del desempleo. Pues nada hombre, seguiremos esperando.

Anda hoy la Junta mohína porque el gobierno central va a destinar a Andalucía casi 370 millones de euros en fondos dedicados a las políticas activas de empleo. Pierde así casi un 3% de la asignación presupuestaria, lo que contrasta con el incremento de un 5,14% que experimentan el resto de comunidades autónomas españolas. Como un resorte han saltado los barandas del régimen afirmando en comparecencias públicas que el gobierno central castiga a nuestra región por razones políticas. Así también lo ha expresado Susana Díaz, la sultana de Andalucía que ahora mira hacia el horizonte de Madrid con el ánimo de expandir su sultanato. El morrocotudo cabreo resulta hasta cómico proviniendo precisamente de aquellos que han propiciado las pérdida de once millones de euros por su inaplicación, por su desidia, por sus enjuagues y por su «casquería de gestión».

Porque el descenso de la dotación presupuestaria para reducir las cifras del paro se deben a razones meramente técnicas toda vez que la Junta de Andalucía ha dejado de ejecutar el presupuesto en materias tan sensibles como, por ejemplo, la formación profesional para el empleo. Y claro, si no eres capaz de gastar invirtiendo lo que te dan para un fin, ¿para qué demonios quieres entonces más? Dije antes que las muestras de enfado resultan cómicas pero nada graciosa resulta esta situación, que se da en la autonomía donde se registran las mayores cifras de paro de España y de Europa (por esta razón nunca he conseguido entender de qué se ríe Susana Díaz y sus «agradaores» cuando posan para las mil y una fotos que se hacen cada día).

Resulta fácil entender, por otro lado, que la reacción oficial de la Junta haya sido la de mostrar indignación y criticar (sin fundamentos) al gobierno central; solo así pueden hacer pasar por admisible su irresponsabilidad desviando las culpas hacia otro lado. Pero su ardid es tan tosco que no engañan a casi nadie, excepto, eso sí, a los creyentes en el régimen.

La maniobra resulta, en cualquier caso, muy pueril y se asemeja bastante a la del niño que sorprendido con el rotulador en la mano niega haber sido el autor de una bonita pintada en la pared del salón. Es todo tan infantil como lo ha sido, por cierto, la torpeza cometida por nuestro internacional grupo Medina Azahara. Nuestros músicos han tenido que suspender su gira por EE.UU. tras cometer el error garrafal de haber querido jugar a ser malos malotes a la hora de rellenar la encuesta que los yanquis imperialistas te obligan a cumplimentar para entrar en su país. No sé por qué las caras que ponen al excusarse tienen algo de sospechoso.

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