JUDERÍA
Céspedes, 10, el patio que mira a la torre de la Mezquita-Catedral
Este recinto en pleno circuito turístico cuida sus macetas en un año en el que la tranquilidad ha hecho que aniden aves
Al entrar en Céspedes 10 , el aroma a jazmín y dama de noche sale por el enrejado del vetusto zaguán donde Rosario y Loli han preparado un cubo con la caña y la lata para llegar a los geranios.
La visita a la casa de la prensa es inesperada, pero bien recibida por estas dos hermanas de la familia de esta casa, los Torrealba Mérida que llevan viviendo en ella varias generaciones. Rosario retira una de las jaulas de su canario que protesta porque no le gusta moverse, pero menos le gusta que le caiga el agua cuando están regando las cintas.
Acostumbrados a tener en esta época durante el Concurso de Patios a más de un millar de visitantes en sólo una mañana , la paz impuesta por el estado de alarma del Covid-19 ha obrado milagros como el hecho de que aniden unos mirlos en el patio, a los que tratan de no molestar. «El patio está menos estresado; han florecido más las plantas, y con más fuerza que antes aunque echamos de menos a la gente que nos visitaba», aseguran.
De fondo, una imagen única del campanario de la Mezquita-Catedral . Rosario recuerda que esta estampa es propia de su patio, porque no hay otro desde el que se vea el cuerpo de campanas.
Las hermanas Torrealba Mérida no son novatas en esto de encalar paredes y arreglar macetas. Conocen a la perfección cuáles son las horas de sol en cada rincón de la casa. «A partir de las 12 hay luz pero no demasiado sol, y las gitanillas necesitan mucho sol, por eso los suben arriba, a la terraza a pleno sol, junto al cerezo, el limón , el jazmín, la diamela y la dama de noche».
Las hortensias lucen con más color que nunca y el filodendro ha dado hasta frutos. Esta maceta que preside el testero derecho de imagen llegó de Argelia hace más de 40 años, y es uno de lo tesoros de este patio donde se escuchan los pájaros y el agua de la fuente de una de sus esquinas.
Aunque saben que no van a concurso este año, han querido que todo estuviera como si un aluvión de turistas japoneses fuera a visitarlo. Han colocado los mantones de Manila bordados , de su madre y de ellas dos, además de la bandeja con la botella de fino y sus dos copas , para recibir al visitante que no llegará, al menos hasta septiembre.
El bullicio de esas visitas durante el concurso es algo que no llegará creen, ni en septiembre, cuando está previsto que puedan volver a abrir porque la primavera ya no regresará hasta 2021.
Lo que más les gusta es conocer a los que entran al patio y de los que siempre aprenden mucho, como el caso de las turistas argentinas que le explicaron que a las cintas «Chlorophytum comosum», allí se les llama «malamadre» porque echan fuera a sus hijos, en una especie de tiras largas.
Este patio de Judíos, 10, que pertenece a la Asociación Claveles y Gitanillas asegura que el Ayuntamiento prepara algún tipo de ayuda para poder continuar cuidando y mimando este recinto. «En Córdoba, los patios son pulmones de la ciudad», recuerda Loli que acaba de llegar de fuera aprovechando la movilidad que le permite ya la fase 1 de la desescalada.
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