Contramiradas
Juan Serrano, director de Programas de Unicorn Content | «Reivindico el acento andaluz en televisión»
Lucentino. 38 años. Director de Programas de la productora de Ana Rosa. Y flamante Premio Talento de la Academia de Televisión. O sea.
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Vino al mundo con una pequeña obsesión. Trabajar en Informativos Telecinco. Ignora de dónde le llegó el arrebato. Pero ese fue su primer impulso vital desde niño. Y el único. Estudió Periodismo en Madrid y en cuanto se graduó agarró el teléfono y llamó a la subdirectora de la cadena de sus sueños. Funcionó. Su primer trabajo fue como redactor de matinal. Luego ha pasado por incontables programas. Desde «Rojo y negro» a «Equipo de investigación». Desde hace cuatro años trabaja para la productora de Ana Rosa Quintana . Es director de Programas y productor ejecutivo de Unicorn Content, la productora que más horas de televisión factura al año de toda España . O sea.
Su perfil de Twitter arranca con dos proclamas. Primera: «Me gusta ser libre». ¿Acaso le cuesta?
No. Por eso soy feliz en mi trabajo. Porque me siento libre.
Y segunda: «Yo soy del sur». ¿Es una advertencia?
Es una reivindicación. Ya cada vez menos, pero al principio cuando empecé a trabajar noté cierto prejuicio. Nadie me llegó a decir que me quitara el acento, pero sí notaba que para la información seria no se confiaba en mí. Luego se dieron cuenta de que podía hacer información seria igual que la folclórica. Y lo tengo puesto como un modo de reivindicación.
Usted reivindica el acento andaluz en televisión.
Sí. De hecho, se está produciendo un fenómeno curioso. Los directivos de televisión que son listos lo que antes evitaban ahora se potencia. El acento andaluz hace que conectes con Andalucía, que no deja de ser la comunidad más poblada de toda España y más audiencia te puede dar. Y ese cambio me parece profesional y justo.
¿El acento andaluz está estigmatizado en los medios audiovisuales?
Quizás seamos nosotros solos quienes lo estigmatizamos. Conozco a muchos andaluces que esconden su acento sin que nadie se lo pida. Como un esfuerzo, quizás, por demostrar más cultura. Puede parecer un debate antiguo pero no lo es. Antes teníamos el estigma por los demás y ahora somos nosotros quienes nos lo hemos creído.
Solo tiene 38 años y ya es director de programas de la productora de Ana Rosa Quintana. ¿Dónde está el truco?
En la pasión. Me gusta tanto mi trabajo que intento hacer información desde el corazón. Si algo me ha traído hasta aquí es que le ponía alma a los reportajes que hacía y a los programas que empezaba a dirigir. Y eso quizás era una forma de llamar la atención.
Su sueño de niño fue presentar Informativos Telecinco y, sin embargo, es usted un profesional invisible que vive detrás de la cámara. ¿Qué ha fallado?
Quizás echo un poco de menos estar delante de la cámara. Tenía unas expectativas tan altas que si hubiera conseguido mi sueño de presentar «Informativos Telecinco » igual hubiera sido luego un batacazo. Sin embargo, como no me lo esperaba y la vida me ha ido trayendo hasta aquí, esto me ha encantado porque te permite crear. No solamente crear programas, sino reporteros, presentadores, historias. Es un trabajo muy artesanal. Y creo que como presentador hubiera estado más limitado.
Su primer directo fue con Hilario Pino. ¿Sudó mucho?
Pues no. Tenía tantas ganas de hacerlo que me dejé llevar por la adrenalina y no lo pasé mal. Lo pasé peor después en otros directos que vinieron más adelante. A Hilario Pino lo engañé porque le dije que había hecho muchos directos. Y me salió tan bien que se lo creyó. Tenía 23 años .
«Si algo me trajo hasta aquí es que le pongo alma a todo lo que hago»
Luego se fue a Teherán en los tiempos duros de Ahmadineyad. ¿Qué descubrió en Irán?
Era una historia de una joven iraní a la que un pretendiente que rechazó en la universidad le tiró ácido a la cara. Lo que hacía diferente esta historia es que con la ley del talión de la «sharía» en la mano habían condenado al agresor a que le quemaron los ojos igual que a ella, que se quedó ciega. Y la encargada era la madre de la víctima. Era una historia tremenda y el director del programa me la compró. Los periodistas no podíamos entrar entonces en Irán. Me fui sin visado, llegué a la oficina de los Guardianes de la Revolución y me inventé que era estudiante y que estaba investigando cómo afectaban a la población las temperaturas tan bajas que hacía entonces en Irán. No sé cómo pero coló.
¿Y cómo dio con la madre?
Lo complicado de ese viaje no fue encontrarla, sino hacer la entrevista y salir de allí con la cinta.
Y ese ha sido el reportaje de su vida.
No. Ha habido muchos más. Pero ese fue el primer gran reportaje . Y dejó el listón muy alto.
Acaba de recibir el Premio Talento de la academia de televisión. ¿Cuáles son sus armas?
Ser comprensivo, intentar ponerme en la piel de los demás, ser exigente cuando sé que puedo serlo o tener palabras de ánimo cuando el equipo se ha esforzado y algo no ha salido bien. Hay que tener un poquito de talento y talante. Creo que ahí está el secreto. Poder llegar a equipos tan grandes que tienen una gran responsabilidad con tantas horas de televisión en directo.
Joaquín Prat ha dicho de usted que es audaz, alegre, emprendedor, leal, entusiasta, trabajador y optimista. No le falta un perejil.
Joaquín y yo nos conocimos en «Cuatro al día» , que para él ha sido el mayor regalo de su vida y para mí también. En lo más duro de la pandemia tuvimos una etapa en la que además de productor ejecutivo del programa también lo dirigía. Conecté muy bien con Joaquín . Nos cogimos mucho cariño, además de respeto y admiración profesional. De ahí las palabras suyas tan cariñosas.
¿Se ve más como jefe o como periodista?
Las dos cosas. Yo no podría ser jefe si no llevara el periodismo en las venas. El 100% de mi trabajo lo hago para contar noticias. No dejo de ser periodista en ningún momento.
Dicen de usted que combina a la perfección información de actualidad y entretenimiento. O sea, la cuadratura del círculo.
Creo que se pueden hacer las dos cosas. La primera vez que yo llegué a Telecinco era la época del Gobierno de Zapatero . Y estando en la puerta con varios compañeros antes de entrar en la redacción, vimos pasar a José Bono , que saldría de «La mirada crítica», entraron dos colaboradores de « Sálvame » y luego las chicas de «Mujeres y hombres y viceversa » para maquillarse. Me di cuenta de que la televisión es lo más parecido a la vida. Que lo mismo hablas de la guerra de Ucrania que de Belén Esteban se ha torcido el tobillo. Eso es la vida . Lo que la gente habla en su casa, en la calle o con su familia. La gente no distingue. Mezcla los temas. Si el éxito de Mediaset era combinarlo en una misma cadena, ¿por qué no combinarlo también en un programa?
Y si estiras mucho del entretenimiento, ¿no corres el riego de desnudar la información?
Yo creo que no. Hay sitio para las dos cosas. Y si el entretenimiento permite tener un público más amplio, ese público recibirá también la información.
¿La pregunta que se hace cada mañana es de qué habla España?
Sí. A veces me la hago también por la tarde. ¿De qué habla España mañana? Porque en la tarde como te quedes con lo que habla España hoy estás muerto.
¿Y de qué habla España?
Pues mire: yo creo que ahora mismo está estupefacta con las comisiones. Y va a ser el tema de las próximas semanas. No solamente las comisiones de los contratos de la pandemia . Sino cómo se regulan y por qué existen. En los últimos días hemos conocido los 6 millones de Luis Medina y su socio, pero también las de Rubiales y Piqué . Una vez superada la corrupción política, nos estamos dando cuenta de las manzanas podridas que hay más allá de los partidos. Nos rodean. Cuando estábamos sufriendo por nuestros mayores, hay gente que estaba babeando por hacerse millonaria. Eso ha causado un nivel de indignación tremendo.
¿Y cómo retrata ese tipo de comportamiento a nuestro país?
Creo que la indignación con que se recibe lo retrata bien. Los mecanismos de control políticos, judiciales y periodísticos deben funcionar antes. Y parar a tiempo estos escándalos.
¿Quién es Ana Rosa Quintana?
Es una jefa comprensiva, inteligente, que aconseja bien y que cuando se pone dura es por el bien común. Y conmigo ha sido muy generosa.
¿Es usted un esclavo de la audiencia?
Un poco sí. Suena mal porque parece que sufres. Tiene como una connotación peyorativa. Y es algo muy bueno. Una cosa que permite la televisión que otros medios no tienen de forma tan inmediata es el «feed back» constante de la audiencia. Si te da el aprobado o no te lo da. Eso te mantiene en permanente búsqueda de la mejoría.
«Hoy lo mismo hablas de la guerra de Ucrania que de Belén Esteban se ha torcido un tobillo»
Y en permanente estrés.
Yo lo llevo bien. Hacer cada día cosas mejores que el anterior no me estresa.
Usted ha dicho: «La televisión es lo más parecido a la vida». A veces parece justo al contrario.
¿Sí? ¿Usted cree?
A veces parece que los comportamientos sociales reproducen ciertos platós de televisión.
¿Por las broncas y las peleas en plató?
Por ejemplo.
Bueno, vivimos en España un clima de crispación y polarización. Y no deja de ser un reflejo. En cualquier caso, creo que la tensión está empezando a causar rechazo no solo en televisión sino en la sociedad . Y eso es bueno.
¿El olfato es la principal virtud de un buen periodista?
No la única. El olfato , preguntar bien, saber del hilo del que tirar o saber navegar en aguas turbulentas.
¿Cómo se distingue una noticia de un pufo?
De la misma manera que siempre: contrastando.
Es usted lucentino y no ha montado una fábrica de muebles. ¿Me lo explica?
La verdad es que soy muy patoso para las manualidades. Siempre lo fui. Y esa es una de las cosas que admiro de la gente de mi pueblo: la capacidad de emprendimiento .
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