HISTORIA
Juan Rodríguez Cabrillo, el palmeño que descubrió California
Una investigadora encuentra un documento que demuestra que el expedicionario era de Palma del Río
En el día de 28 de septiembre de 1542, el expedicionario Juan Rodríguez Cabrillo descubría la Bahía de San Diego en la Baja California de las Indias Occidentales. Como jefe de la expedición hispana, se convertía así en el primer occidental en poner el pie en la Costa Oeste de los Estados Unidos de América . En memoria de este relevante acontecimiento se erigió en 1913 un monumento en Punta Loma , el lugar exacto en el que Rodríguez Cabrillo desembarcó.
Por entonces era tenido como un portugués al servicio de la Corona de Castilla , aunque otros historiadores apuntaban a una localidad de Sevilla como lugar de origen. El debate entre si el descubridor era lusitano o castellano ha sido tratado por la historiografía del Nuevo Mundo durante décadas sin llegar a conclusiones definitivas. Sin embargo, recientemente el estado de la cuestión ha dado un nuevo giro, pues una investigadora canadiense, la doctora Wendy Kramer , ha encontrado una documentación, del año 1532, en la que el propio Juan Rodríguez Cabrillo declara ante los jueces ser natural de «Palma de Micer Gidio». Este topónimo, sin duda, hace referencia a la actual Palma del Río, que en los años centrales del siglo XVI era todavía una villa de señorío, pues había sido concedida en 1342 por el rey Alfonso XI a Micer Egidio Boccanegra , primer señor de Palma.
El documento en cuestión estaba relacionado con el robo de oro de la Corona en un barco que viajaba desde Santiago de Guatemala hasta Veracruz y de allí a Cádiz en 1531. Cabrillo viajaba en el mismo barco, pues vino a España para contraer matrimonio con Beatriz Sánchez de Ortega , y junto con el resto de pasajeros, fue interrogado acerca de este robo. La historiadora señala también en un artículo publicado en The Journal of San Diego History que nuestro hombre «dice su nombre completo y su lugar de origen bajo juramento frente a oficiales españoles, tras una tensa serie de eventos cuyo primer acto en la Habana culminó en la brutal y prolongada tortura de los miembros de la tripulación del San Juan, sospechosos de haber robado el oro. Poco después en Cádiz, en un esfuerzo por recuperar su oro de las autoridades de la Casa de Contratación, Cabrillo de nuevo facilita su nombre completo y dice que era de Palma de Micer Gilio; estos no eran momentos para el ingenio y para camuflar la verdad . Más bien, es plausible que Cabrillo proporcionara esta información adicional forzado por las circunstancias y porque no tenía otra opción».
Además, Kramer ha descubierto también revisando documentación sobre una disputa judicial sobre unos terrenos en Tianguecillo, Guatemala, que Cabrillo reclamaba a la Corona, que hay un tal Juan Rodríguez de Palma y se demuestra que era nuestro mismo personaje. Como nadie había hecho esta conexión antes, buscando en el Archivo General de Centro América , Kramer encontró tres documentos bajo el nombre Juan Rodríguez de Palma, todos ellos concernientes a los terrenos de Tianguecillo.
Mientras que Rodríguez era un apellido común en la Palma de los siglos XV y XVI, nadie llevaba el apellido Cabrillo. Si bien la historiadora asegura que la primera vez que se encontró con la palabra fuera del contexto de esta fígura histórica o de su familia más próxima, ha sido en el Archivo Histórico de Palma del Río , en un documento de 1515, concretamente en las actas del patronato del Hospital San Sebastián. No constan más registros escritos de esta palabra y no se conoce su significado, por lo que Kramer concluye que Cabrillo no inventó esta palabra como su apellido , sino que empleó una palabra conocida por sus contemporáneos y paisanos para identificar un oficio.
Fuera apellido inventado u oficio, el nombre de Cabrillo ha servido para bautizar cientos de avenidas, hoteles, restaurantes o escuelas en California. Además, aún se conservan los nombres con el que este palmeño bautizó islas, bahías y accidentes geográficos durante su expedición. Una expedición que le costó la vida, pues falleció el 3 de enero de 1543 en la isla de San Miguel en una escaramuza con los nativos isleños.