CULTURA
Juan Perro y la escuela del «gamberreo vocal»
Santiago Auserón versiona los temas de su banda junto a la Orquesta de Córdoba en el Festival de la Guitarra
Juan Perro , o lo que es lo mismo, Santiago Auserón (Zaragoza, 1954), ha marcado con su inconfundible voz parte de la historia reciente de este país desde la Transición y la «movida», el movimiento contracultural de los años 80 del que formó parte con Radio Futura . Algunas de sus canciones, compuestas a lo largo de 35 años, son himnos reconocibles para varias generaciones: « La negra flor », « Veneno en la piel », « Escuela de calor », « Corazón de tiza »... En todo este tiempo, Auserón ha transitado por diferentes estilos musicales, como el punk de sus inicios, el funk, el jazz, el soul, el rock y el pop o los ritmos latinos. Y ahora, aunque no es la primera vez, también se atreve con los arreglos sinfónicos de sus temas, que podrán escucharse hoy en el Gran Teatro dentro del Festival de la Guitarra con el título « Vagamundo » y con la participación de la Orquesta de Córdoba .
El repertorio elegido por Santiago Auserón se centra en las canciones de Juan Perro , banda heredera de Radio Futura desde 1993, aunque también incluirá tres adaptaciones de algunos de sus temas más populares para los que aún se acuerdan de «La bola de cristal»: « La negra flor », « Annabel Lee » (traducción de un poema de Allan Poe que revela las inquietudes culturales de Auserón) y « El canto del gallo ». «Son temas más juguetones, con los que el público se dedica a pasárselo bien y que cumplen una función festiva», declara.
El resto del concierto se ocupa de Juan Perro porque «necesito reflexionar todavía sobre las canciones de los últimos años, pero estoy introduciendo riesgo artístico en la fusión de ritmos, en el verso, en el tratamiento armónico de la canción popular, introduciendo la herencia de los jazzistas y acercándome a la sonoridad contemporánea», enumera Auserón. Y en todo ese proceso, el trabajo con una orquesta y los arreglos sinfónicos de sus temas «son para mí una ayuda muy importante. Que músicos de este nivel se hagan cargo de mis materiales es un subidón porque les da una consistencia tremenda y se despliegan matices sonoros y poéticos impensados incluso para mí mismo, que los he escrito», sostiene el cantante y compositor -y, dicho sea de paso, doctor en Filosofía por la Complutense de Madrid-.
Auserón explica que la colaboración con una orquesta «me obliga a
«Soy un decidor y un cantor que viene de la calle, de las tradiciones del blues y del canto afroamericano»
cantar de una manera distinta. Redescubro las palabras en un contexto nuevo y veo cosas distintas mientras canto». Y también, reconoce Auserón, «me obliga a pensar que podía haber estudiado canto para estar a la altura de cantantes tan pulidos. Yo vengo de la calle, de la escuela del gamberreo vocal , y tengo que ponerme las pilas». No es su intención «convertirme en cantante de ópera en un momento ni tampoco tengo tendencia a ser un ‘crooner’ que no quiere molestar a los mafiosos que están en la sala, no es mi estilo. Yo soy un decidor y un cantor que viene de la calle, de las tradiciones del blues y del canto afroamericano y afrolatino».
El artista se siente atraído por la canción popular española y quiere dignificarla con la colaboración de orquestas que se presten a ello: hay que «ennoblecer nuestra canción popular y que algún día sea equiparable a la gran tradición de la canción popular norteamericana, cubana o brasileña. Esto (la colaboración musical con orquestas) puede formar parte de ese proceso, de tratar que la canción popular española no sea sólo un producto de los ‘talent shows’ televisivos».
Así, es lógico que Juan Perro se deshaga en elogios hacia las
«Si los ciudadanos no se enteran de lo que vale una orquesta hay que ayudarles a que se enteren»
orquestas. «Una orquesta es una gran máquina de sonido . No hay ningún soporte técnico actual que pueda igualar a un conjunto de 70 u 80 personas que han dedicado la vida cada uno de ellos a su instrumento y a recibir la herencia de siglos de conocimiento musical , por no decir milenios. Ahí cabe más que en un ordenador, es una memoria milenaria puesta al día y dispuesta para rehacer la historia de la música en la ciudad. Si los ciudadanos no se enteran de lo que vale una orquesta hay que ayudarles a que se enteren», concluye el artista.