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San Rafael y los cordobeses
La devoción hacia el custodio se extenderá por todas las clases sociales cordobesas con la aprobación de la Iglesia en 1602 de las revelaciones al padre Roelas
EN el friso del altar de la calle Candelaria se lee: «Bajo la sombra de tus alas protégenos». Su nombre significa ‘Medicina de Dios ’. Y en los cuadros y esculturas que llenan espacios públicos y particulares cordobeses, él mismo se presenta: «Yo te juro por Dios vivo que soy Rafael arcángel , a quien Dios tiene puesto como custodio de esta ciudad». Hoy, como cada 24 de octubre , Córdoba celebra por todo lo alto la fiesta de san Rafael .
Explicaba esta semana en ABC nuestra compañera Julia García Higueras , que el origen de la devoción se remonta a 1278 , con la aparición al fraile mercedario Simón de Sousa , durante una epidemia de peste. Luego, el 7 de mayo de 1578 , se apareció al sacerdote Andrés de las Roelas para certificar la autenticidad de las reliquias de los mártires cordobeses recién halladas y prestar el juramento antes dicho.
La devoción hacia el custodio se extenderá por todas las clases sociales cordobesas con la aprobación de la Iglesia en 1602 de las revelaciones al padre Roelas . La impresión de miles de estampas será el auténtico referente devocional entre el pueblo. Los cuadros de Antonio del Castillo, Valdés Leal o Romero de Torres ; los catorce monumentos —los triunfos— a él alzados entre lo s siglos XVII y XXI en calles, plazas y puentes; y los versos de Enrique Redel, Pablo García Baena, Julio Aumente o José de Miguel , lo confirman como la principal manifestación de religiosidad cordobesa.
La Hermandad de San Rafael , fundada en el siglo XVIII , cuida oficialmente la devoción; la basílica del Juramento , alzada donde se apareció al padre Roelas , es su lugar principal de culto, con la bella imagen tallada por Gómez de Sandoval ; y el nombre de san Rafael aparece por toda la ciudad. Son siglos de protección y compañía del arcángel a Córdoba. Pero por el bien de la ciudad y ante la clásica «indiferencia» de los cordobeses, convendrá recordar, parafraseando un conocido eslogan, que «San Rafael pone casi todo y los cordobeses ponemos casi nada, pero san Rafael no podrá poner su casi todo si los cordobeses no ponemos, al menos, nuestro casi nada».
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